Gabriela Zinna
"Hay cambios en la estructura sindical: mientras algunos sindicatos se convierten en verdaderos holdings, otros languidecen". Así describe la realidad gremial el historiador Ricardo Falcón, quien califica como "muy burocrático" al sindicalismo argentino. El docente de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), autor de varios libros referidos al sindicalismo, se refiere a la conmemoración del Día de los Trabajadores. La fecha, en la que se rememora la matanza de Chicago de 1887, se convirtió en Día de los Trabajadores a partir de 1889, por decisión del Congreso Socialista que se hizo en París. A partir de 1890, hubo actos en todas partes, inclusive en Argentina y en Rosario, donde la plaza López fue escenario, ese año, de un acto en el que habló, entre otros, Virginia Bolten. -¿Qué fue del sindicalismo local? -Es una pregunta difícil. La cuestión obrera en la Argentina fue dominante desde 1860-70 aproximadamente hasta 1989, cuando asumió Carlos Saúl Menem. Allí se planteó el intento más serio de transformar el Estado que nacionalizaba los servicios públicos, buscaba el pleno empleo y la estabilidad laboral. La dictadura militar fue el primer gobierno desde los años 30 que no tuvo objetivos industrialistas. Luego, cuando llegó (Raúl) Alfonsín, la situación se retrotrajo y los sindicalistas hicieron 13 paros. Pero la clase obrera ya había sido transformada, no era la misma que durante los 40 o los 50. En el camino hubo un proceso de desindustrialización muy fuerte. Si se piensa en la Unión Obrera Metalúrgica, se verá que era un gremio que tenía unos 300 mil afiliados y ahora no llega a los 120 mil. -¿Qué implicó esa desindustrialización a nivel gremial? -Hizo que se modificara la relación Estado-sindicatos. Durante el peronismo los sindicatos estuvieron subordinados al Estado, pero tenían capacidad de presión y de gestión. Aun con mañas burocráticas y mecanismos antidemocráticos en su interior, eran efectivos y por eso la gente los seguía. Ya en el 76, y luego con Menem, eso empezó a retroceder y se modificaron las reglamentaciones sobre el derecho de huelga. También cambió la relación empresas-sindicatos. Apareció el fenómeno de la flexibilidad laboral, que terminó con la estabilidad en el empleo, característica del período del 30 al 60. -¿Y las estructuras sindicales también cambiaron? -Si, hay cambios. Hay sindicatos que se convirtieron en verdaderos holdings, con inversiones muy poderosas, como es el caso de Luz y Fuerza. Y hay sindicatos que languidecen, como es el caso de ATE, porque hubo un recorte muy fuerte en el sector estatal. También hubo cambios en la relación del sindicato con el partido político. Cuando Menem asumió en el 89, el 30 por ciento de la bancada justicialista era sindical y estaba presidida por Diego Ibáñez, que era del sector petrolero. Pero eso quedó atrás. El movimiento obrero dejó de ser la famosa columna vertebral y el peronismo se transformó en un partido conservador popular. -¿Cree que hay una gran distancia entre aquellos viejos sindicalistas socialistas y anarquistas con estos dirigentes que tenemos hoy? -Si, en el medio pasó el peronismo. -Aquellos eran humildes y se ponían al frente de los trabajadores, y muchos de los actuales están enriquecidos... -Hay de todo. Hay tipos que se enriquecieron y otros como (Víctor) De Gennaro, titular de la Central de Trabajadores Argentinos, o (Héctor) Quagliaro (ATE-Rosario) siguen tan humildes como siempre. Después están los Lorenzo Miguel (UOM), los Armando Cavalieri (Mercantiles) que se enriquecieron. Los viejos anarquistas perdieron porque no entendieron el fenómeno del Estado; no los mató el fascismo, sino el liberalismo. En cambio, a los socialistas los mató el peronismo que desde el Estado dio reivindicaciones por las que el socialismo había luchado toda la vida. -¿Cómo definiría al sindicalismo argentino? -Es un sindicalismo muy burocrático, donde es muy difícil tener una lista opositora. Por eso se perpetúan en el poder algunas direcciones que alguna vez tuvieron consenso y que funcionaron de elemento de presión y negociación para conseguir mejoras salariales. En la época de Perón se les dio un poder muy grande a los sindicatos. Luego, la clase obrera retrocedió, pero manteniendo la vieja estructura del sindicalismo. -¿Por qué no hay renovación dentro de las estructuras sindicales? -Creo que tiene que ver con que la clase obrera dejó de ser la manifestación más importante dentro de la cuestión social. -Parece que el sindicalismo no tiene capacidad de convocar y movilizar. -El MTA es interesante, porque (Hugo) Moyano peleó contra su propio partido. Pero (Rodolfo) Daer es otra cosa. Con él no se puede contar para nada. Las posiciones opositoras le duran poco. Apenas apareció (Domingo) Cavallo en el gobierno, y Daer desertó de protestar. -¿Qué hay detrás de esa deserción? ¿Arreglos económicos? -Y... sí, pero tampoco se ve muy claro lo que le están dando. Debe haber arreglo económico porque además aquí las obras sociales están en manos de los sindicatos y ahí se maneja mucha guita. -¿Cree que los sindicalistas podrán volver a ponerse al frente de los trabajadores y a representar los intereses obreros? -Es muy difícil. El sindicalismo está muy devaluado y los sindicalistas, al igual que los políticos, no son señores que tengan gran prestigio.
|  Para Falcón, el sindicalismo no recuperará protagonismo. |  | Ampliar Foto |  |  |
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