Una de las primeras decisiones que tomó Lucrecia Martel, la directora de "La ciénaga", fue convocar a Graciela Borges para el papel protagónico y también a su hijo, Juan Cruz Bordeu, para hacer del hijo de Borges en la ficción. "La convoqué a Graciela porque cuando pensé en los personajes, en 1997, se me ocurrió que ella era la indicada para el papel de Mecha. Fue la primera y la única. Le llevé libro, que le encantó, y cuando nos volvimos a juntar lo conocí a Juan Cruz. Entró en camiseta, los pantalones mal puestos, descalzo, un desastre y a la vez muy encantador. Lo vi y me dije que era el personaje que necesitaba para el hijo de Mecha. Le ofrecí el papel y después nos hicimos muy amigos", contó al realizadora salteña radicada en Buenos Aires. Para la preparación de los actores de la película Martel usó un método que definió como casero y de sentido común."Casi toda la película transcurre en camas. Ensayamos mucho en un hotel en una cama de matrimonio porque los actores tenían que lograr la comodidad de los lazos familiares, donde no hay tensión entre los cuerpos porque se conocen. Necesitaba lograr eso con actrices muy jóvenes que no se conocían y que además la veían a Graciela Borges como una diva. No ensayábamos escenas de la película sino situaciones inventadas sobre la vida familiar. A veces los hermanos tienen códigos y chistes que se dan por el contexto de confianza. Yo quería que los actores lograran transmitir esa misma sensación de confianza", confesó la actriz con una gran humildad, sosteniendo que trabajó así guiada por su falta de experiencia. "Evité la pose de la seducción, la obviedad de la sensualidad. Todos tenemos que luchar contra esas imágenes estereotipadas que en una familia no existen porque hay una confianza total entre los cuerpos, entonces no está la pose esquemática de la seducción. Es otra cosa", adelantó finalmente la directora sobre su película.
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