Año CXXXIV
 Nº 49.089
Rosario,
lunes  16 de
abril de 2001
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Análisis
¿A dónde nos lleva la nueva ecuación cambiaria?

Miguel Angel Rouco

Domingo Cavallo acaba de instalar un debate que por ahora transita en los niveles académicos y que presenta más rasgos de futurología que de realidad. La nueva ecuación cambiaria, según el propio ministro ha dicho, entraría a regir sólo si el euro y el dólar convergen en algún momento de la historia. Una imprecisión tal que por sí sola habla de un escenario un tanto lejano.
¿Cómo creer que no se va a alterar la economía, si se cambia el parámetro de la paridad, cuando todas las obligaciones están pactadas en una determinada moneda? ¿Cuál es el objetivo de debatir un anclaje diferente para la convertibilidad?
A priori, no parece ser otro que una discusión bizantina en un contexto de las reales urgencias que presenta el estado económico financiero de la Nación.
Todo el eje discursivo del ministro gira en torno de mejorar a competitividad de los productos argentinos. Pero a poco que se tamicen los hechos se puede obtener que los reales problemas que enfrenta la convertibilidad poco tienen que ver con un problema de anclaje monetario con una determinada divisa. En todo caso, la ecuación cambiaria termina siendo la expresión final de un conjunto de factores que se conjugan para concluir en el valor de la moneda.
La idea de que todos los problemas de la convertibilidad concluyen con una modificación del anclaje de la caja de conversión, aparece como una simplificación exagerada. Lo cierto es que la convertibilidad no pudo vencer sus propias limitaciones. O mejor dicho, la dirigencia política argentina no supo tomar las medidas necesarias que llevaran a que la convertibilidad tuviera viabilidad por sí misma y no apoyada sobre el soporte externo.
A poco que se observe con cuidado a la economía en su conjunto, los reales problemas de la falta de competitividad de los productos argentinos se encuentran enraizados en la indisciplina fiscal, un problema estrictamente político-institucional que la dirigencia no supo ni quiso solucionar. El aumento en la deuda potencia el pago de intereses que debe pagar toda la sociedad. Esto termina generando un aumento de los costos internos de producción y encareciendo el precio en pesos ó dólares de los productos argentinos.
Cavallo, volviendo sobre sus pasos, pretende atacar las consecuencias y no las causas del problema y corregir la paridad del peso con el dólar para anclarla con un mix entre dólar y el euro. Si esto fuera así, también los productos fabricados en EEUU tendrían el mismo inconveniente de pérdida de competitividad pero a pesar de la apreciación del dólar, sus productos no han perdido competividad.
La competitividad de la economía argentina vendrá de la mano de una baja en los costos de producción donde la presión fiscal adquiere dimensiones gigantescas.


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