Año CXXXIV
 Nº 49.089
Rosario,
lunes  16 de
abril de 2001
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Presenta su último espectáculo, "Obs", en Buenos Aires
La Fura dels Baus: "Queremos trabajar sobre la pornografía"
Miki Espuma sostiene que nada cambió en el grupo y que vuelven para sembrar el caos

José L. Cavazza

Ya no son un grupito sino cientos de actores. A finales de los 70 realizaban intervenciones teatrales callejeras y en el despunte de los 80 se convirtieron en el fenómeno artístico del momento a partir de su espectáculo "Accions". En Rosario se presentaron recién en 1996, en el CEC, con la obra "Manes".
Bajo el lema de tomar al público por asalto, La Fura dels Baus revolucionó el panorama teatral. Sus presentaciones en Argentina ya son un clásico. Un amor a primera vista que se dio en 1984, cuando los catalanes eran veinteañeros y la Argentina una tierra caliente y optimista por la democracia recién recuperada. Luego, los catalanes se hicieron adultos y empezaron a ser un poco prisioneros de su propia historia y, por otra parte, la joven democracia argentina empezó a adquirir tremendos pies de elefante.
Hoy La Fura está de regreso en la Argentina. Desde el sábado último presentan "Obs" en Costa Salguero de Buenos Aires y se quedarán hasta el 29 del corriente. El músico Miki Espuma, uno de los fundadores de la agrupación catalana, aseguró en una extensa charla con Escenario que con esta obra retomaron el lenguaje "furero". Adrenalina pura. Un campo irradiando electricidad, objetos móviles, pantallas de video y actores desplazándose por encima de las cabezas de la gente del público. Una experiencia conmovedora, sobre todo para aquellos que ven por primera vez a La Fura. Una sensación de peligro constante y un estado de sugestión al borde del espasmo.
-Si bien "Obs" es una puesta en escena bastante compleja, cuál es el modo más simple de explicarlo a la gente que no vio el show?
-La última vez que estuvimos en Buenos Aires presentamos un espectáculo que se llama "Fausto versión 3.0" y era en un formato clásico, con la gente en butacas y nosotros en un escenario. Esta vez volvemos a la Argentina con "Obs" y recuperamos el lenguaje habitual del grupo, el que llamamos "furero". Esto significa la ausencia de butacas y el público inmerso en la escena. Esta sería la clave básica para entender el espectáculo, es decir público y actores compartiendo en espacio. Hay también otra clave clara para entender la obra: nosotros hablamos de obsesiones -por eso lo de "Obs"- y para hablar de ellos hemos recogido los arquetipos de "Macbeth" de William Shakespeare y lo hemos filtrado y contemporaneizado. Es decir, las brujas de Macbeth se convierten en un talk show, donde el presentador da al señor Obs las referencias de su propio futuro, lo que tiene que hacer y cómo tiene que hacerlo. El público, en cierta forma, participa de esta obsesión, porque hoy la televisión tiene un efecto de seducción terrible sobre el espectador, y la obsesión es que la gente quiere participar y salir en esa televisión. Además "Obs" tiene humor...
-Y tiene el strip tease de lady Macbeth.
-Así es. Es el momento básico sobre la seducción que ejerce lady Obs sobre el señor Obs para conseguir sus fines. A la escena la hemos tratado como a un strip tease clásico, incluso a nivel musical y de la actitud de la actriz. No deja de ser también nuestra propia obsesión sobre el sexo a los cuarenta años. Decía Woody Allen que estamos en la cúpula de nuestra erección y ya veremos cómo bajamos.
-¿Viejos verdes?
-Exactamente. Bueno... viejos no lo sé. En todo caso es un momento básico para el macho a la hora de observar este tipo de espectáculos. Y ya que estamos en el tema voy a dar una primicia: en nuestro próximo espectáculo queremos trabajar exclusivamente sobre la pornografía. Se llamará "Equis" y estamos ya preparándolo.
-¿La estrategia del grupo sigue siendo sembrar el caos en el público?
-En este espectáculo sí. En los espectáculos de escenario quizá el caos era más interno e intelectual. Aquí estamos buscando esa manera de codificarlo sin tener que intelectualizarlo. El público no tiene tiempo de pensar, y es recién a la salida de la función donde se plantea ese foro de discusión. Mientras, lo está viviendo. En ese momento no estarán al lado del amigo o de la novia, sino sólo junto a nosotros. En ese sentido recuperamos esa idea de ritual y de catarsis.
-¿Hoy ya no son un grupito sino toda una industria ¿En qué cambiaron?
-En nada. Lo único es que a la hora de responsabilizarse de un proyecto cada miembro fundador del grupo ha conseguido lograr más obras en menos tiempo. Pero el objetivo y la voluntad de investigación y riesgo siguen siendo la misma de siempre. Todo lo que se gana en este espectáculo se reinvierte para el siguiente show y, sobre todo, para encontrar nuevos modos de lenguaje. El grupo, como objetivo, no ha cambiado nada. Lo que pasó es que ahora hay más caos, lo cual no deja de ser interesante, porque si no hay caos no hay creación.
-¿Sin caos y sin crisis no hay posibilidad de nuevos lenguajes?
-Yo creo que no. Es más, nosotros nacimos gracias a la crisis que había en el teatro de los 80, sobre todo en España. Una crisis de lenguaje que también tenía mucho que ver con una crisis política e ideológica. En el 75 en España recuperamos la democracia y en el 80 nos dimos cuenta de que no era tan bonita como pensábamos.
-Y en los 80, en medio del bullicio democrático en Argentina, se presentaron en un festival de teatro de Córdoba ¿Qué recuerdos tenés de aquellos momentos?
-Para mí fue una de las vivencias más importantes de mi vida. Sobre todo por el hecho de haber saltado el charco con un grupo de muchachos que no había salido de los alrededores de Barcelona y llegar a una ciudad desconocido. Por nuestro aspecto éramos bastante punky y mal interpretados: la gente creía que éramos de ideología militar y casi éramos agredidos. En el momento en que el público vio nuestro trabajo cambió radicalmente su actitud hacia nosotros y bueno... follamos todos. En realidad, supimos seducir no solamente en el teatro sino en todo el tiempo que estuvimos en Córdoba. De todos modos, fue muy fuerte volver diez años después a Córdoba, en el 94, y ver que aquella ciudad que estaba llena de entusiasmo y manifestaciones populares, había cambiado a favor del neoliberalismo y dejándose seducir por el consumo. La vida te da sorpresa y a veces te decepciona. Pero vamos, lo mismo pasó en Europa.
-¿La Fura se parece más a la historia de un grupo de rock que a la de un grupo de teatro? Esto dicho en el sentido de ver esas banditas que se transforman en verdaderas maquinarias musicales.
-No creo que sea así. El presupuesto que maneja un grupo de rock ojalá fuera el de la Fura. Nosotros sobrevivimos y podemos comer todos los días porque tenemos nuestro trabajo para tirar hacia adelante nuestras propuestas. El mundo del teatro no tiene las mismas facilidades que tiene el mundo del rock, a nivel de superbandas. En lo que sí estaría de acuerdo con la comparación es que nuestros espectáculos tienen que ver con un concierto de rock. Puede ser. Y también en la actitud del público, en el sentido de la energía desprendida. Hace poco vi en Barcelona un show de AC/DC y me parecía que ese señor bajito y delgadito que tocaba la guitarra tenía un poder de seducción casi al nivel de un sacerdote. Estaba llevando el ritmo cardíaco de quince mil personas. Yo creo que la Fura consigue esos niveles catárticos, sobre todo cuando podemos trabajar para esa cantidad de personas en la calle. Hicimos un spot publicitario para Peugeot y se juntaron quince mil personas...
-¿El rock dejó de ser rebelde y contestatario?
-Vamos a ver. Ese concierto que vi el otro día me pareció maravilloso en su estilo. Es decir, repiten esquema pero es su esquema. Pero es tristísimo, desde mi punto de vista técnico, ver que grupos como Oasis, Blur o todos estos grupos de pop inglés que el mundo compara con los Beatles, no hacen otra cosa que una repetición de esquemas. Por lo tanto, un movimiento que deja de aportar cosas nuevas se convierte en conservador.
-Hacer publicidades para grandes marcas y haber trabajado para los Juegos Olímpicos de 1992, ¿significó haber dejado de lado las banderas de La Fura?
-No, simplemente fue una nueva fuente de ingresos. En el momento en que una marca comercial nos esté ordenando qué tipo de estética tenemos que practicar, yo creo que el grupo dejará de hacer este tipo de eventos. Afortunadamente, cuando alguien viene a ofrecernos esta clase de trabajo es porque saben qué hacemos y cómo somos. Yo nunca me sentí presionado en ese sentido. A pesar de que mi mujer me acusa de metido en el sistema, pero ella sabe que si no hiciéramos eso seguramente no podríamos montar un espectáculo como "Obs". Con respecto a los Juegos Olímpicos de Barcelona del 92, sólo se puede decir que cinco mil millones de espectadores fue algo imposible de rechazar.
-¿Internet le cambió la cabeza al grupo?
-Tenemos una página web en la red, que tiene también su video juego donde si el internauta supera los niveles exigidos se les va a regalar unas entradas para ver el espectáculo. Es decir, vamos a arrancar al autista internauta de su butaca para que venga a una cosa tan física y temporal como es el teatro. Internet nos cambió la cabeza en el mismo sentido que lo hizo la ópera o los grandes eventos. Todos son lenguajes.
-¿Qué se debate dentro de la compañía?
-Todo. El grupo elabora un método absolutamente de fricción, de discusión y, a veces, incluso canalla. Cuando yo compongo mis críticos más duros son mis propios socios. El método es un antimétodo.
-¿Cuándo van a volver a presentarse en Rosario?
-A Rosario, la verdad que por el momento no creo. Necesitaremos presión del público rosarino para poder ir hacia allá. Desgraciadamente, nos movemos en parámetros comerciales. Quizá después de publicarse esta nota, algún empresario se interesa en el tema. A mí me encantaría regresar a Rosario.



La Fura basa su último show en "Macbeth".
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Según Espuma, "Obs" también es la obsesión por el sexo a los 40 años.
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