El nerviosismo y la bronca de los hinchas de Los Andes tiene que ver con la floja campaña que está realizado el equipo y que los puede devolver a la B Nacional. Una realidad cada vez más cercana. Entonces, cualquier situación les sirve de disparador para lanzar sus reclamos en forma violenta. Como sucedió ayer en Lomas de Zamora, donde se registraron varios focos de disturbios antes y después del partido, como consecuencia del cambio de ubicación en las tribunas que decidieron los dirigentes locales a partir del encuentro de ayer.
Hinchas de Central, que ocuparon el sector que da a calle Portela, insultaron a plateístas de Los Andes, al tiempo que pretendieron saltar la reja que divide a la ahora popular visitante de las plateas locales.
En tanto, en la esquina de la avenida Santa Fe y Portela, desprevenidos hinchas de Los Andes quisieron entrar a su anterior ubicación popular y fueron recibidos a los golpes por barras de Central.
Mientras el primer incidente fue resuelto, luego de que el grueso de los policías llegara tarde al lugar, con un cordón formado por personal de Infantería, el segundo también fue dispersado por la policía.
La dirigencia de Los Andes dispuso que desde ayer el sector más amplio, que da espaldas a calle Estrada, sea para el local, mientras que los visitantes ocupen el que está sobre calle Portela.
Asimismo, hubo contradicciones en el descargo que hicieron los dirigentes milrayitas y la policía. Mientras el presidente de Los Andes, Hugo Van Schildt, aseguró que "la policía tenía conocimiento desde el jueves pasado del cambio de ubicaciones", el comisario Coronel (de la 1ª de Lomas de Zamora) dijo que la policía se enteró de la modificación "recién una hora antes del partido".
No obstante, la subcomisión de prensa difundió el sábado un parte informando acerca del cambio de sectores para los hinchas.
La salida de los hinchas auriazules de la cancha fue un verdadero caos, ya que los alrededor de doscientos simpatizantes fueron metidos en los tres colectivos que los trasladaron a golpes de machete por agentes policiales desbordados por una hipótesis de conflicto que se preveía a dos cuadras de la cancha.
Los ómnibus, después de media hora de esperar la orden policial, salieron como si fuera la largada de una carrera de Fórmula Uno, directamnente hacia la avenida Pavón custodiados por dos escasos móviles policiales. Mientras eso sucedía, la policía montada, unos cuantos carros de asalto y una media docena de autos policiales trataban de contener a la barra brava de Los Andes que preparaba una emboscada, que por suerte falló en su intento. Ver a los policías corriendo por los techos de las casas de Lomas de Zamora fue una síntesis patética de lo que se vivió al final del encuentro.
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La Ciudad
