Año CXXXIV
 Nº 49.073
Rosario,
sábado  31 de
marzo de 2001
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Análisis
El hechicero de la sociedad

Mauricio Maronna

El ingreso de Domingo Cavallo al gobierno provocó un terremoto político que hizo epicentro en el corazón del oficialismo, pero los remezones también movieron las estructuras del Partido Justicialista. La bulímica vocación de poder de Cavallo se extiende como una mancha voraz que, día a día, carcome las palabras que hasta no hace mucho tiempo pronunciaban los líderes de la ¿ex? Alianza.
En una semana, el flamante superministro disciplinó a diputados, senadores, gobernadores y empresarios; le mojó la oreja al Fondo Monetario Internacional y dejó sin reflejos al ex presidente Raúl Alfonsín. Las adrenalínicas puestas en escena del padre de la criatura se vieron potenciadas por el anquilosamiento de la clase política, que no tuvo otro remedio que dedicarse a contemplar cómo cambiaba el humor de la sociedad.
La Unión Cívica Radical y el Frepaso se dedicaron durante quince meses a ensayar pasos de baile demasiado grotescos para un país que tenía la íntima convicción de estar desplazándose en el Titanic. La ausencia de liderazgo, el estado de interna permanente y la palabra "ajuste" como unívoca determinación del "futuro posible" pulverizaron la imagen del gobierno.
El giro que preanunciaban los analistas y politólogos no tuvo, sin embargo, las connotaciones esbozadas. Cavallo desempolvó su pragmatismo brutal y gritó a los cuatro vientos lo que la sociedad quería escuchar.
El sismo encontró con la guardia baja a los gobernadores del justicialismo, quienes ya lucubraban eventuales fórmulas presidenciales en caso de elecciones anticipadas. Carlos Reutemann fue el más sincero a la hora de blanquear la nueva realidad: "Si Cavallo logra sacar al país del abismo, el futuro será todo de él". Indudablemente, a los mandatarios estrella les nació un competidor para el 2003.
"Es cierto que Cavallo no tiene estructura, pero se va a comer a una buena parte del peronismo, a los delarruistas y les va a juntar la cabeza a los independientes. Si le dan un quiosco, maneja el país desde ahí. Imagínense ahora que los radicales le regalaron el gobierno", razonó ante La Capital un diputado nacional justicialista.

El gran comunicador
Pocos han reparado en un atributo escondido del líder de Acción por la República. Más allá de sus dotes de técnico, su formidable capacidad comunicacional es capaz de instalar en gruesas capas de la sociedad la idea de que "un solo hombre" puede "salvar" al país. La ciclotimia argentina y la endeblez de la clase política también constituyen un hándicap para Cavallo: no faltan quienes creen haber descubierto a un dirigente con ideas de "centroizquierda", llevando al clímax su perfil económicamente heterodoxo.
Cuando pase el temblor, sin embargo, Cavallo deberá saldar la deuda que dejó tras su paso por el gobierno menemista, traducida en altos índices de desocupación y en el retroceso en la calidad de vida de los que hoy se mantienen al margen de la euforia y solamente esperan.


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