Varias son las causas que pueden explicar el boom sojero en Argentina. Sin embargo, es probable que la más importantes sea la capacidad de la cadena para reflexionar sobre sí misma, una premisa básica en una hora en que la supervivencia y el desarrollo dependen de las innovaciones y los avances científicos.
Esta podría ser la síntesis de las exposiciones que se escucharon el miércoles pasado en las jornadas técnicas realizadas en la Bolsa de Comercio de Rosario, en el marco de los actos correspondientes al tradicional remate del primer lote de soja que cada campaña arriba a la plaza rosarina.
Coordinada por la gente de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), la jornada se abocó a una retrospectiva de las innovaciones que determinaron el boom sojero de los últimos cinco años, en los que se duplicó la producción, y un análisis de las nuevas fronteras geográficas, tecnológicas y de manejo.
Las variedades precoces y el manejo de la fecha de siembra, los nuevos eventos resistentes a insectos, la fertilización y las rotaciones ya están marcando los nuevos rumbos de un cultivo que sigue sobreviviendo a un contexto adverso de precios y flujos comerciales. Así lo resaltó Rodolfo Rossi, de Nidera, cuando enfatizó que "con los bajos precios de la soja en Argentina se hace más soja".
Víctor Trucco, presidente de Aapresid, recordó algunos datos: "En los años 95/96 se sembraban unas 6 millones de hectáreas de soja y se producían unas 12 millones de toneladas de grano, en la presenta campaña se han sembrado unas 10 millones de hectáreas y se esperan cosechar unas 24 millones de toneladas".
Este aumento del 60% de la superficie sembrada y del 100% en la producción de un bien que es 97% exportable "se apoyó en tres tecnologías, la siembra directa, las variedades precoces y la biotecnología", resaltó.
"Pero este proceso no terminó y tenemos que pensar en lo que viene, con el empleo de la fertilización, las rotaciones y el manejo de enfermedades y la nueva generación de biotecnología", dijo Trucco.
Martín Ambroggio, de Aapresid, llamó la atención sobre el hecho de que a fines de febrero ya se cosecha gran parte de la soja. Una muestra de ello es el cambio fecha experimentado por el tradicional remate del primer lote, que antes se realizaba en abril. "¿Qué fue lo que pasó?", se preguntó, y se respondió: "Hay más variedades de soja y nuevas tecnologías de manejo".
Señaló que en los últimos cinco años los rendimientos promedio se mantuvieron en 20 ó 21 quintales por hectárea, pero la producción aumentó y también la superficie sembrada, a través de la incorporación de zonas marginales. Para Ambroggio, detrás de este escenario emerge la certeza de un aumento sustancial de la productividad en la zona núcleo.
La directa
Estimó que ese boom se dio gracias al incremento de la superficie sembrada con siembra directa, que pasó de 5 mil hectáreas a 11 millones, dando mayor estabilidad a los rendimientos a través de un manejo más eficiente del agua y posibilitando la colonización en zonas con déficit hídrico. También incluyó a la soja resistente al glifosato, que significó un ahorro de casi cuarenta dólares por hectárea en el control de malezas.
Por último recordó la difusión de los Grupos IV, introducidos por Rogelio Fogante, que "permitió aumentar los rendimientos en más de 10 mil kilos por hectárea".
"Si la agricultura consiste en cosechar radiación solar, la posibilidad de que la planta llegue al momento crítico del llenado de granos en el momento de máxima radiación solar, influye notablemente en la productividad", dijo y enfatizó que eso se logra con las variedades precoces.
El manejo de las fechas de siembra (que combinando distintos grupos permite además reducir el riesgo climático) y los avances de la investigación genética brindan mayores herramientas para dar la batalla contra las cancrosis, mientras que las próximas sojas transgénicas vienen además con resistencia a insectos.
Explicó que Aapresid armó una red de ensayos desde Bahía Blanca a Tucumán para investigar cuál es la mejor forma de manejo según el lugar, la fecha y la variedad utilizada. Señaló que, como tendencia, se imponen las plantas de porte mediano ya que "no buscamos producir sojas sino vainas, no necesitamos que la planta nos tape la camioneta". En ese sentido, explicó que el objetivo debe ser "llegar a 400 ó 500 nudos por metro cuadrado".
La biotecnología
Rodolfo Rossi, de Nidera, señaló que el boom sojero de los últimos años "se explica porque hemos aprendido a hacer soja" y subrayó el impacto de la RR en esa expansión, a nivel vertical, porque le simplificó la vida a los productores y, a nivel horizontal, "porque permitió colonizar, antes Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires sumaban el 94% del área sembrada con soja y ahora explican el 83%". El hecho es que en las zonas antes consideradas marginales, la siembra del cultivo creció "a tasas del 200 ó 300%" y ejemplificó: "Salta tiene el doble de soja que hace seis años".
Señaló que la biotecnología, término que engloba un conjunto de tecnologías, avanza por tres caminos: los marcadores moleculares, las transferencias genéticas y al genomia estructural.
Prestó especial atención a los marcadores moleculares que, entre otras cosas, "permiten identificar irregularidades en las semillas que se comercializan", con lo cual se han convertido en una herramienta de lucha contra la bolsa blanca. Con esta tecnología se permitió avanzar en un caso que de comercio ilegal que hoy está en la Justicia y que promete convertirse en testigo.
Además, señaló, el uso de marcadores "permite introducir genes de interés, identificar regiones genómicas determinantes de rendimiento y avanzar en la investigación sobre enfermedades". Recordó que, por ejemplo, el aislamiento del cancro del tallo permitió confirmar la sospechas de los especialistas respecto de que la forma que se presentaba en el norte era diferente a la del sur".
Indicó además que "la tecnología génica permite mayor precisión en los trabajos de mejoramiento biotecnológico, ya que en el mejoramiento convencional se introducía un gen y con ese aparecían otros que no se conocían".
El fósforo se prende
Fernando García, de Inpofos, abundó sobre otra pata de los nuevos avances en el cultivo de soja: la fertilización. Hablando de rindes promedios en todo el país, comparó la evolución de la oleaginosa con el maíz y subrayó que mientras los dos aumentaron la superficie sembrada, el cereal elevó los rendimientos y la soja se mantuvo.
"Esto es básicamente un problema de nutrición", indicó y señaló que "tomando un área de respuesta potencial al fósforo de 5 millones de hectáreas, su aplicación traería un beneficio de al menos 35 millones de pesos".
Remarcó, en tal sentido, que la soja no sólo es un gran extractor de nutrientes del suelo sino que además es el más eficiente, ya que saca aún en los lugares en los que otros cultivos morirían. Entre otras cosas, esta situación determina un balance muy negativo negativo en la materia en la región pampeana.
Subrayó entonces que la fertilización con soja es rentable. "Además hoy es posible hacer análisis de suelo, que permiten estimar la respuesta de la producción sobre el nivel de fertilización utilizado". Exhibió los resultados de ensayos del Inta Casilda sobre la aplicación de azufre, que dan cuenta de una diferencia de rendimiento de entre 4 y 15 quintales sobre testigos sin aplicación.
"Si vamos a fósforo y azufre vemos una interacción positiva de gran impacto en los rendimientos", señaló y subrayó que "lo importante es la nutrición balanceada, donde todos los nutrientes estén para los cultivos cuando se necesitan", dijo y agregó que un aspecto importante en las estrategias de fertilización es el balance entre trigo y soja.
No al monocultivo
Jorge Romagnoli ofició, según su propia definición, de "abogado del diablo" ya que atacó duramente al monocultivo de soja porque "como en todos los casos y en todo el mundo, fracasa a la corta o a la larga".
Indicó, en ese sentido, que las estrategias de rotación forman parte de las nuevas fronteras del manejo del cultivo. "¿Cuál es el futuro de nuestra agricultura si ponemos todos los porotos en la soja?", se preguntó y advirtió que "sin un esquema de nutrición basado en la rotación de cultivos, se llega inevitablemente a una situación de agotamiento empresario".
"En la rentabilidad cultivo por cultivo gana la soja pero el empresario debe analizar todo y hoy la biotecnología permite mantener la rotación", enfatizó. Romagnoli alertó que el poder extractivo de la soja provocó que la deficiencia de agua y de nutrientes limiten, a la larga, la posibilidad de expresar el máximo potencial de rendimiento que posibilita la nueva oferta tecnológica".
"Un ejemplo es la zona Rosafé, el área con menor rotación de cultivos; los rendimientos de maíz y trigo son menores a los de otras regiones y eso se explica porque tiene una historia sojera más prolongada", concluyó.
En definitiva, advirtió que en el futuro la soja "no podrá expresar en rendimiento toda la tecnología disponible sin un esquema de rotación con dos o tres cultivos que permitan preservar el agua y los nutrientes".