Gutiérrez Almada se interesó por la abstracción para liberar a las obras de la representación, que en general se pone por encima de los elementos esencialmente pictóricos. "En la obra abstracta -explica- formas, líneas y color son los protagonistas, despiertan las condiciones espirituales para exteriorizar sus emociones conservando su propia naturaleza. La influencia del momento circunstancial destruye su legítima libertad". En este sentido, observa que "no es el arte un mero pasatiempo ni un discurso que pretenda reemplazar a la palabra sembrando conflictos confusos en el espectador con temas que no siempre responden a la verdad. Desde el boceto hasta la obra terminada responderá a su idea inicial gestada en su pensamiento, si espera o busca que la improvisación resuelvan el vacío la obra no es de su creatividad. Arte sin estética es belleza ignorada, un aporte sin sentido. Todo pensamiento de arte debe ser bello, el artista debe ser parte de esa belleza, sucesivamente contemporánea".
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