Alvaro Torriglia
Cuando en los años 95/96 comenzaron a irrumpir en Argentina los primeros equipos relacionados con la agricultura de precisión y la tecnología satelital, la imagen de una película de ciencia ficción aparecía en la cabeza de muchos productores. Sin embargo, con la tendencia cada vez más asentada a trabajar el campo milímetro a milímetro y con soluciones a medida para cada necesidad, estas herramientas se han instalado si no en todos en muchos empresarios del sector. Los organizadores de la muestra de Uranga dispusieron un espacio exclusivo en la estancia San Patricio para este sector que ya dejó de ser cosa del futuro: Tecnochacra. Allí se mostraron, en forma estática y en movimiento, los últimos adelantos en agricultura de precisión, GPS, software de gestión, telecomunicaciones y agricultura satelital. Algunos datos ayudan a comprender el fenómeno. Los empresarios consultados señalaron que los costos de ese nuevo arsenal de herramienta se abarató sustancialmente como producto de la misma carrera tecnológica. Si en un momento una imagen satelital para un privado llegó a valer 3 mil dólares, hoy se consiguen por 300 ó 400. Otro dato es la cadena de innovaciones desatada a través de la tecnología madre y la integración entre empresas. En la dinámica del sector, las empresas Geosistemas, proveedora de banderilleros satelitales, y la fábrica de maquinarias Pla mostraron una pulverizadora que corrige sola el rumbo a partir de las señales de los banderilleros. Además, crece la oferta de servicios de conectividad on line, que permiten al usuario visualizar a kilómetros de distancia, en su casa o su oficina, el trabajo que realizan las máquinas dotadas con tecnología de precisión. Al calor de este nuevo rumbo tecnológico crecen empresas de servicios o de transformación de la tecnología base, en buena parte pymes. Es el caso, por ejemplo, de una decena de firmas que firmaron convenios con la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) para procesar información e imágenes que baja la entidad de su satélite SAC-C, lanzado en noviembre, y de satélites estadounidenses de los que son representantes exclusivos. La aplicación de esta información es variadísima, desde la prevención y combate de recursos naturales, a mapas catastrales, mapas de riesgo, estado de los cultivos y aplicaciones para logística y transporte. Entre otras cosas, la Conae provee las imágenes, en forma gratuita a las instituciones oficiales y de investigación, y a precios módicos al sector privado. "Un porcentaje de las imágenes generadas se vende al sector privado pero eso no está tomado como una forma de recuperar la inversión ya que estamos hablando de inversiones de decenas de millones de dólares, el retorno está dado en los beneficios productivos que tiene esta tecnología", explicó José Luis Aiello, de la Conae. Parte de ese retorno explica, es la red de pymes que comenzó a dedicarse a la tecnología de procesamiento de imágenes. Algunas de ellas estaban presentes en el stand de la institución. El año pasado, la comisión firmó un convenio con la provincia de Santa Fe, que incluye el asesoramiento y la capacitación de personal para procesar esa información que, en principio, será aplicada a la preservación del medio ambiente. Aiello explicó que la demanda de esta tecnología y sus usos "corre com reguero de pólvora". Y dio una cifra. Desde el año 1997 hasta el 2000 se proveyeron a entes públicos y privados 6 mil imágenes satelitales. Unas 2 mil corresponden al año pasado". Basta una recorrida por los distintos espacios de la muestra, desde maquinaria agrícola hasta semilleros y agroquímicos, incluyendo a las puntocom, para ver cómo la agricultura de precisión y las aplicaciones satelitales concurren al mismo objetivo de ofrecer soluciones a medida a los problemas productivos de cada productor. Así, mientras firmas como Agrosat ofrecen software de sencilla lectura para la confección de mapas satelitales aplicables a las labores del campo, el transporte y el acopio, otras firmas proveen redes de computadores inalámbricas y están también los que venden estaciones meteorológicos con sistemas de alarma conectadas a una PC en la casa del usuario, cuyo mercado saltó de 100 a 200 unidades por año. Para los del campo, el futuro ya llegó.
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