 |  | Análisis: El padre de la convertibilidad, la figura para aggiornar el ajuste
 | Gabriel González
El gobierno empezó a darle una base de sustento político al plan de ajuste. Con la vuelta al poder del ex ministro de Economía y padre de la convertibilidad, Domingo Felipe Cavallo, Fernando de la Rúa dio el primer paso para reconstruir el resquebrajado andamiaje oficial luego de la renuncia de ministros frepasistas y del "ala izquierda" del radicalismo. Aunque las versiones daban ayer cuenta de la pretensión de Cavallo de ejercer poderes plenipotenciarios en su nuevo hipotético cargo de jefe de Gabinete y de un inevitable conflicto con el ministro de Economía, el presidente ratificó en su cargo al hombre de Fiel y decidió acompañarlo hoy a Chile, para participar en la asamblea del BID. Murphy no dijo palabra durante toda la jornada, pero su alter ego para este tipo de mensajes, el secretario de Hacienda Daniel Artana, lanzó una señal amigable desde el país trasandino antes de que se definiera el acercamiento Cavallo: "Lo importante es sacar a la economía de la recesión, no creo que haya problemas de convivencia". El arribo de Cavallo significa para el gobierno un beneficio a dos puntas. Aporta una cuota de mayor confianza en el frente externo, porque su figura goza de la confianza de los inversores internacionales, que habían respaldado el plan de ajuste pero expresado serias dudas sobre su sustentabilidad política. En el frente interno, Cavallo podría en su hipotético podría convertirse en el motor de una nueva coalición de gobierno, que intentará sentar en la misma mesa a Carlos Alvarez y algunos de los gobernadores peronistas, entre ellos Carlos Reutemann. Como parte de esos acuerdos seguramente se renegociarán algunos puntos del ajuste, cuya instrumentación en ciertos casos dependen de una aprobación parlamentaria. Si bien el recorte era necesario para evitar el desborde de un déficit que prometía ser de 8.500 a 9.000 millones, el camino elegido dejó mucho que desear ante las escasas posibilidades de conseguir consenso más allá del acotado compromiso del establishment. Es difícil explicar por qué se amputaron 600 millones del incentivo docente y cuando permanecieron intactos el viejo y dudoso régimen de promoción industrial provincial, fuente de corrupción y nido de empresas truchas, que le cuesta al país una cifra similar; el Pami y la Ansés, que son equiparables a la universidad en términos de cajas para la política, también quedaron indemnes. López Murphy defendió el ajuste sobre educación como la única fórmula para forzar a las provincias a efectuar recortes en el gasto político. Al mismo tiempo, admitió que el menú se puede modificar, siempre que no cambie su magnitud (1.962 millones) ni que se lo cambie por más impuestos. ¿Podrán coexistir Cavallo y López Murphy? Es cierto que provienen de escuelas distintas: uno es de Harvard y el otro de Chicago. Y también que ambos tienen aspiraciones de protagonismo político, pero el horno no está para bollos. Al menos por un tramo, no es descabellado pensar que jueguen a los roles del bueno y del malo para que un ajuste aggiornado gane consenso entre los políticos y la sociedad como mal menor.
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