Humberto Basteri había decidido jubilarse dentro de 20 días. Siempre trabajó de taxista y con muchos años de esfuerzo había podido adquirir dos chapas de habilitación. Una se la dejó a sus dos hijos, Adriana y Marcelo, para que la explotaran. De la otra se encargaba él personalmente, conduciendo el Renault12 de mañana y tarde. Cansado de los asaltos y de las situaciones riesgosas en las que lo ponía su actividad, un día pensó que sería bueno retirarse a vivir con su mujer a una zona cerca a Villa Carlos Paz, en Córdoba. El proyecto de Humberto era dejar que sus hijos continuaran explotando una de las habilitaciones y alquilar la suya para así obtener una ganancia extra a la de su jubilación. De esas cuestiones estuvo hablando con Olga la noche del último viernes, es decir, unas horas antes de que la muerte lo sorprendiera frente al volante de su auto. En esa charla, contaron ayer sus allegados, se habían decidido alquilar una casita en cercanías de Carlos Paz. La vivienda se las había ofrecido una vecina para que pasaran unos días y evaluaran si valía la pena comprarla. "Humberto decía siempre que quería vivir más tranquilo. Pero eso pensaba en Córdoba", dijo una familiar. "Faltaban 20 días, no lo puedo creer. Esto es como un mal sueño", repetía Marcelo, uno de los hijos del taxista, mientras recibía condolencias de sus vecinos. En la casa de los Basteri funciona también un salón de ventas que estaba a cargo de Olga. Ayer, obviamente, permanecía cerrado. Una vez que alcanzara la jubilación, Humberto quería cerrar el negocio porque suponía que su mujer alguna vez podría sufrir algún asalto con consecuencias inesperadas.
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