Año CXXXIV
 Nº 49.060
Rosario,
domingo  18 de
marzo de 2001
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No detectan señas de muerte violenta en un chofer interceptado en zona oeste
Un taxista no resistió la impresión al ser asaltado y murió del susto
Tres ladrones lo abordaron y le robaron la billetera. Al trabajador lo hallaron en el auto reclinado y sin vida

Humberto Gregorio Basteri, un taxista de 60 años, tenía un proyecto con Olga, su mujer: jubilarse dentro de 20 días e irse a vivir a las sierras de Córdoba, en un apacible lugar, lejos del peligro de las calles rosarinas. Ayer ese proyecto se derrumbó cuando tres delincuentes lo interceptaron en barrio Azcuénaga Sur. Basteri no resistió la impresión. El susto y su condición de diabético le provocaron un paro cardíaco y murió en el asiento de su coche. Los ladrones alcanzaron a llevarse una billetera y una caja de herramientas.
Los médicos forenses no encontraron en un primer examen hecho al cuerpo de Basteri huellas de muerte violenta. Eso reforzaría la hipótesis de un deceso natural causado por un estado de emoción muy violenta que su corazón no pudo resistir. De todos modos, el cadáver fue sometido a una autopsia en el Instituto Médico Legal para confirmar esta hipótesis. La policía ayer no pudo establecer que el asalto al taxi se hubiera producido antes o después del deceso, pero hay testigos que aseguraron ver cuando tres hombres bajaban del auto y huían a la carrera en distintas direcciones.
Basteri había salido de su casa del barrio Villa Nueva (27 de Febrero al 5100) alrededor de las 7 de la mañana. Iba en su Renault12 para trabajar hasta después del mediodía. Ese dato hace suponer que el taxista no llevaba mucho dinero encima, sólo algunos pesos para el cambio. Según contaron a La Capital sus familiares, cada mañana daba un par de vueltas por el barrio para ver si "levantaba" a algún vecino y después sí encaraba hacia el centro.
Ayer nadie podía explicar fehacientemente qué sucedió, pero el taxista apareció en su auto estacionado en contramano por Teniente Agneta casi esquina Ituzaingó. Fuentes de la Brigada de Homicidios de la policía dijeron que el chofer tenía abrochado el cinturón de seguridad y estaba reclinado hacia adelante. Según se constató en el lugar, un reloj pulsera de Basteri estaba tirado en el piso del coche, al igual que las llaves de encendido.
Los investigadores no detectaron marcas de golpes o cortes que indicaran que se trató de muerte violenta, pero sí confirmaron el faltante de la billetera de Basteri y de una caja de herramientas que el hombre solía llevar en el baúl. "El taxista pudo ser asaltado, pero tampoco descartamos que haya sufrido un ataque el corazón y sido robado por algún delincuente que pasó justo por el lugar y lo vio desvanecido", consideró una fuente de Homicidios.
Un informe preliminar de los forenses indicaba que Basteri sufría de diabetes y que se le suministraba la medicación correspondiente. El hombre tenía lesiones en las piernas propias de las personas con problemas de circulación sanguínea, "pero estaba controlado". La policía ponía en duda la hipótesis de que el deceso se hubiera producido durante un asalto porque se encontraron algunas pertenencias de la víctima dentro del coche. Por ejemplo, una cadenita de oro y el reloj pulsera no fueron robados, al igual que el reloj del taxi.
Lo que no pueden explicar los investigadores es por qué el Renault 12 de Basteri apareció estacionado en contramano por calle Ituzaingó, a pocos metros de Teniente Agneta. Una respuesta podría ser que el taxista fuera obligado a conducir casi 100 metros en contravención por tres delincuentes que lo abordaron un rato antes, como en casos de asaltos contra taxistas. Esa versión fue lanzada por unos vecinos del lugar, que aseguraron ver a tres hombres jóvenes descender del auto y huir corriendo en diferentes direcciones.



Ituzaingó y Teniente Agneta, el lugar de la tragedia.
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