Los expertos del Centro de Control de Vuelos Espaciales (CCVE) de Rusia conectaron ya los sistemas de mando y navegación de la nave de carga Progress que hundirá la estación Mir la semana próxima. Tras comprobar el funcionamiento de estos sistemas, los expertos concluyeron "que el Progress funciona normalmente y está en condiciones de realizar las maniobras para bajar la Mir de su órbita y hundirla en el Océano Pacífico", precisó un portavoz del CCVE. Los expertos calculan que la Mir alcanzará la órbita crítica entre el 21 y el 23 de marzo. Con la destrucción de la estación espacial Mir, Rusia pierde el penúltimo vestigio de superpotencia para hablar de igual a igual con Estados Unidos y se aferra al único que le queda: el tratado ABM de misiles antibalísticos. Pero a Moscú le ha costado abandonar su codo a codo en la carrera cósmica y resignarse a la cooperación multilateral con otros 15 países en la estación Alfa actualmente en marcha. Rusia se resistió hasta el último minuto, cuando el presidente Vladimir Putin vio la imposibilidad de mantener en órbita la mayor conquista tecnológica rusa con un presupuesto espacial 20 veces inferior a los 14 mil millones de dólares anuales de la Nasa. Equiparada en muchos aspectos, aunque no en todos, a la llegada del hombre a la Luna, la misión Mir nació soviética y termina rusa. Científicos de todo el mundo, empezando por EEUU, han rendido tributo a los avances que ha logrado y que se están aprovechando en la estación Alfa, entre ellos la ingeniería de módulos, el diseño y habitabilidad y la capacidad de aguante en condiciones extremas. Para Rusia, lo más importante que ofrecía la Mir no era tanto el éxito en sí como el significado de esa gesta.
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