Fernando Toloza
Mar del Plata (enviado especial).- Bebe Kamin debutó en el cine en los 70 con la película "El búho" pero su fama llegó con "Adiós Sui Generis", la película que filmó la despedida del grupo de Charly García y Nito Mestre. Después realizó "Los chicos de la guerra", donde abordó el tema de los jóvenes combatientes de la guerra de Malvinas. Hizo un par de películas más, entre ellas "Chechechela", basada en una novela del rosarino Mirko Buchin, y el fracaso estruendoso de "Vivir mata", en 1991, lo alejó de la dirección por una década, que según confesó Kamin, la utilizó para reflexionar sobre lo que quería lograr con sus películas. Hoy vuelve al ruedo con un nuevo filme, "Contraluz", protagonizado por Leonor Manso, Verónica Llinás y un grupo de jóvenes actores de teatro que llegaron a la película a través de un casting. El filme -que se exhibirá el viernes próximo- es, junto con "Rosarigasinos", el único representante de la Argentina en la competencia oficial por el Ombú de Oro, el premio máximo del festival de Mar del Plata. -¿Cómo ves a tu película en el contexto de la competencia oficial? -Vi la programación y hay directores que conozco y siento que la competencia está ubicada en un lugar de buen cine. Si bien no hay grandes figuras internacionales, jugamos un torneo de primera. La idea es entrar a la cancha a hacer el mejor juego posible. Ahora si uno sale campeón, depende de factores a veces extradeportivos. -¿Qué factores? -Tengo la experiencia de haber sido jurado en festivales internacionales y hay cosas que se pueden prever y otras que son imprevisibles. De este jurado, pienso que es gente calificada. Si veo me deseo, soy optimista; si veo la realidad, estoy expectante. Estoy contento con mi película y me pone feliz el hecho de haber sido seleccionado, además de que me da una gran responsabilidad, porque estoy representando al cine argentino, y eso hace que esté bajo la mirada de mis colegas. Espero no defraudar (risas); me gusta estar en festival porque pertenece a mi historia: en la década del sesenta me inicié en el cine y veía al encuentro de afuera, como cinéfilo. -¿Estuviste de acuerdo con los últimos festivales? -No, el reinicio del festival, en la época Mahárbiz, tenía un sino que no era cinematográfico. Tenía más de pizza con champán que de fotograma y cámara. A pesar de eso hubo cosas interesantes, pero la identidad del festival estaba en función de un objetivo que no era cinematográfico sino de vidriera. Había situaciones como pagarles a actores para asistir que están fuera de órbita en los festivales internacionales. El festival es el territorio del cine. Yo siento que tengo dos nacionalidades: una es la argentina y la otra es el cine. Esa última la elegí y los cineastas tenemos una pertenencia, que son los festivales. El hecho de que Mar del Plata se haya organizado un festival de clase A a mí me reivindica, me dice este es tu territorio. -Tu última película se estrenó hace diez años. ¿Qué pasó en ese tiempo que no volviste a filmar? -La película fue un golpe muy fuerte. Hay un dicho del director de cine brasileño Luis Guerra que me alivió un poco de lo mal que me fue hace diez año y dice: "Hay que sospechar de los directores que no tienen una película donde fracasan". Y me tocó (risas). La última película que había hecho se llama "Vivir mata". Me di muchos golpes, hubo varios misiles que me dieron en el hígado. Esa respuesta negativa me pegó mucho y me hizo reflexionar. Fue una reflexión que duró diez años y se centró en pensar en lo que se hace más allá del momento, en ver que estás construyendo una obra que requiere maduración y estudio. Cuando me sentí seguro encaré el proyecto de "Contraluz", que tiene más de tres años. Fue un proceso largo y convencido porque sentía que era realmente una película. El resultado me dice que no fue en vano la espera. -¿Cómo se relaciona con tus películas más conocidas como "Adiós Sui Generis" y "Los chicos de la guerra"? -Llego a la realización desde el lugar del espectador. A mí me gustaban las películas de guerra, las de amor, las comedias, las de autor y me había planteado recorrer en mi carrera de realizador todos esos géneros: tengo un musical, un testimonial, una comedia y una de terror. Pero la reflexión de la que hablé antes me hizo darme cuenta de que uno no es todo, sino que hay un lugar donde te manifestás con mayor intensidad, y es ahí donde tenés que profundizar. En relación con mi filmografía anterior, "Contraluz" está bastante cerca de "Los chicos de la guerra" porque es una película testimonial sobre los jóvenes. "Contraluz" es el registro de percepción de una realidad que nosotros tenemos alrededor pero no vemos. -Suena muy enigmático, ¿podrías explicar más qué es esa realidad? -Es la realidad de la gente que vive cotidianamente y que tiene sus dramas y alegrías, sus esperanzas y frustraciones. Es la historia de dos personajes que están separados en clase, edad y sexo. Uno es una mujer de 32 y el otro es un chico de 20. El pertenece a la clase de barrio, heredero de la casa chorizo. Ella es una profesional que recicla su casa. Son dos mundos que parecen antitéticos, sin embargo conviven y la película cuenta la historia entre ellos dos. Ella tiene una frustración importante en su relación matrimonial y él a su vez bronca porque no puede ser futbolista profesional, y esos mundos se encuentran, como debe ocurrir todos los días entre la gente. Además transcurre en un contexto real como es la Argentina dura de hoy.
| |