Año CXXXIV
 Nº 49.053
Rosario,
domingo  11 de
marzo de 2001
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El relevo. El nuevo equipo económico impulsa un duro recorte para recrear la confianza de los mercados
López Murphy, ¿la bala de plata de De la Rúa?
El giro del gobierno revolvió el ambiente político y divide las opiniones entre economistas e industriales

Que el nuevo ministro de Economía, Ricardo López Murphy, llega con una tijera bajo el brazo no es motivo de especulación. Sí, en cambio, el margen político y social que tendrá para llevarlo a cabo, los realineamientos partidarios y sectoriales que generará la política económica y, sobre todo, el final de la historia: si la más pura ortodoxia fiscal salvará al país del infierno o lo condenará a un nuevo año de recesión.
Las versiones que por estas horas van dibujando lo que serán las primeras medidas del ministro coinciden con el perfil, la historia y la convicción ideológica del equipo conformado por los principales cuadros de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (Fiel). "Voy a hacer lo que siempre dije que había que hacer", dijo el ministro en uno de sus primeros encuentros con empresarios, a poco de asumir.
Desde ese punto de vista, la necesidad de renegociar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y evitar el cierre del mercado de deuda le da argumentos al ministro para imprimirle los tiempos del miedo a su batalla contra el sector que los economistas ubican en forma genérica y despectiva como "los políticos".
De la mano de los duros de Fiel, el nuevo ministro planea un recorte del gasto público que en una primera etapa rondaría los 1.500 millones de dólares, y que incluiría supresión y fusión de organismos estatales, planes de racionalización del personal mediante retiros voluntarios, eliminación o reducción de algunos fondos específicos y, probablemente, una nueva ofensiva para rediscutir la asignación de recursos entre la Nación y las provincias. Por el lado de los ingresos, la política apunta a la generalización tributaria eliminando las exenciones impositivas y, como contrapartida, acelerar la marcha atrás en la reducción de la carga tributaria generada por el impuestazo del ex ministro José Luis Machinea. Esto es, reducir la alícuota de ganancias y acelerar el cronograma de eliminación del impuesto a los intereses y a la renta presunta.
Los plazos de una reforma estructural, no obstante, no son los de la crisis. "Las reformas que siempre planteó Fiel son estructurales y revolucionarias, claro que para lo inmediato elaborarán un plan de contingencia atacando el acuciante problema del déficit mientras negocian un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional", señaló Gerardo Bongiovani, director de la Fundación Libertad, de estrechos lazos con el equipo entrante. Estimó que, "en ese sentido, la ventaja de López Murphy es que inspira mucha confianza en ese organismo y en los mercados".
El nuevo equipo económico confía en que las señales de control del gasto les permitirá acceder a un perdón del FMI por el incumplimiento de las metas fiscales del primer trimestre y evitar que se cierren los mercados de deuda. Además, trascendió que buscarán un nuevo crédito de mil millones de dólares.

Tiempos de guerra
Medidas más, medidas menos, las ideas fuerzas del programa están más claras que en otros debut ministeriales. Los resultados son una incógnita. En la pelea doctrinaria, las dudas pasan sobre el efecto de los recortes en las expectativas de reactivación económica. Pero aún si esa discusión se saldara, asumiendo que el ajuste es la única opción, subsiste la incertidumbre sobre la viabilidad política de esta salida.
En pocos días, ya hubo varias señales. A favor: en una escenificación de respaldo presidencial, el jefe de Gabinete fue el encargado de anunciar a los colaboradores de López Murphy; los mercados festejaron con euforia la llegada del ministro y amagaron con una retracción cuando se dilataron las definiciones oficiales; el embajador de Estados Unidos se desvivió en elogios hacia el nuevo titular de Hacienda y los banqueros se reunieron dos veces en una semana para expresar su apoyo al nuevo ministro. Menos mensurable es el efecto del apoyo que le brindó el ex presidente Carlos Menem.
A las señales que apuntan a forzar un disciplinamiento político se opusieron las movidas de los sectores que más resisten el giro del gobierno hacia la ortodoxia. La ausencia de Chacho Alvarez y Alfonsín en el acto de asunción, la reunión cargada de advertencias que organizó Carlos Ruckauf con un nutrido grupos de gobernadores justicialistas y los paros decididos y prometidos por las centrales sindicales.
En un espacio más indefinido se mueven otros actores. Referentes justicialistas como Carlos Reutemann, que combinaron advertencias sobre las intenciones de avanzar en un nuevo ajuste sobre las provincias con un distanciamiento de las posturas más opositoras del justicialismo y, en términos de sectores económicos, un mal disimulado malestar de la Unión Industrial Argentina y del bloque de entidades que la acompañan en el Grupo Productivo.
Para el diputado santafesino Oscar Lamberto, "el ajuste requiere de muchísima fortaleza política y hasta ahora el único respaldo explícito que se vio en el espectro político es el del ex presidente Menem". El legislador vaticinó "un retroceso muy fuerte de la presencia partidaria en la Alianza a manos de gente de afuera. En el justicialismo hay tres posturas: el consejo partidario respaldó al ministro y al presidente, hay otros sectores que rechazaron al nuevo equipo antes de que se conociera y otros que opinan que hay que desensillar hasta que aclare".  


  


  

Nuevas alianzas
Medidas más, medidas menos, las ideas fuerzas del programa están más claras que en otros debut ministeriales. Los resultados son una incógnita. En la pelea doctrinaria, las dudas pasan sobre el efecto de los recortes en las expectativas de reactivación económica. Pero aún si esa discusión se saldara, asumiendo que el ajuste es la única opción, subsiste la incertidumbre sobre la viabilidad política de esta salida.
En pocos días, ya hubo varias señales. A favor: en una escenificación de respaldo presidencial, el jefe de Gabinete fue el encargado de anunciar a los colaboradores de López Murphy; los mercados festejaron con euforia la llegada del ministro y amagaron con una retracción cuando se dilataron las definiciones oficiales; el embajador de Estados Unidos se desvivió en elogios hacia el nuevo titular de Hacienda y los banqueros se reunieron dos veces en una semana para expresar su apoyo al nuevo ministro. Menos mensurable es el efecto del apoyo que le brindó el ex presidente Carlos Menem.
A las señales que apuntan a forzar un disciplinamiento político se opusieron las movidas de los sectores que más resisten el giro del gobierno hacia la ortodoxia. La ausencia de Chacho Alvarez y Alfonsín en el acto de asunción, la reunión cargada de advertencias que organizó Carlos Ruckauf con un nutrido grupos de gobernadores justicialistas y los paros decididos y prometidos por las centrales sindicales.
En un espacio más indefinido se mueven otros actores. Referentes justicialistas como Carlos Reutemann, que combinaron advertencias sobre las intenciones de avanzar en un nuevo ajuste sobre las provincias con un distanciamiento de las posturas más opositoras del justicialismo y, en términos de sectores económicos, un mal disimulado malestar de la Unión Industrial Argentina y del bloque de entidades que la acompañan en el Grupo Productivo.
Para el diputado santafesino Oscar Lamberto, "el ajuste requiere de muchísima fortaleza política y hasta ahora el único respaldo explícito que se vio en el espectro político es el del ex presidente Menem". El legislador vaticinó "un retroceso muy fuerte de la presencia partidaria en la Alianza a manos de gente de afuera. En el justicialismo hay tres posturas: el consejo partidario respaldó al ministro y al presidente, hay otros sectores que rechazaron al nuevo equipo antes de que se conociera y otros que opinan que hay que desensillar hasta que aclare".   \ \ \    \ \ \   

La sombra de Cavallo
Lamberto advirtió que el giro económico de De la Rúa induce "una discusión política que todavía no comenzó y que tiene que ver realineamientos internacionales (en referencia a la relación con el Mercosur y con Estado Unidos) y con el armado del gobierno" y reflexionó: "Este tipo de cosas pueden provocar un corte horizontal en la política argentina”.
Bongiovani, de la Libertad, también barajó esa hipótesis, y aunque se mostró entusiasmado con la posibilidad de que eso suceda, la ve difícil. "Se ven posicionamientos distintos pero la experiencia demostró hasta ahora que las estructuras partidarias son muy sólidas, y más en un año electoral".
En ese contexto, entiende que el mayor capital político del nuevo ministro es, además del respaldo de los mercados y la propia situación de urgencia, su propia historia. "Es un hombre de condiciones muy firmes pero también tiene habilidad política para negociar las cosas de la mejor manera, además de que su militancia radical lo resguarda de impugnaciones partidarias".
Tulio Ceconi, de la Fundación Mediterránea, no sólo descree que la receta fiscalista sea la adecuada para este gobierno sino que estima que ni el mismo miedo a la crisis logrará superar fácilmente las resistencias políticas, gremiales y hasta empresarias, "ya que todos están convencidos de que tiene que haber reactivación y, aunque a mí no me gusta mucho como concepto, es verdad que hay una suerte de puja entre el sector financiero y el sector productivo, que las políticas rígidas de ajuste potencian".
De hecho, al dispar recibimiento que encontró el equipo económico en la conducción de la Unión Industrial se suman el acercamiento que, según trascendió, ensayan algunos de sus dirigentes con el ex ministro Domingo Cavallo, a quien ubican en una suerte de corriente neodesarrollista dispuesta a enfrentar a la ortodoxia.

Crecer o no crecer
La sombra del ex hombre fuerte de la economía es otro factor de peso en el nuevo escenario. Cerrada la posibilidad de su ingreso al Banco Central, por su propia decisión y por la impugnación de los banqueros, la posibilidad de que se convierta en un fiscal de la conducción económica dependerá en gran medida de sus coqueteos con la Alianza. Para Bongiovani, "si no va al Banco Central, lo que no sería bueno, no será una sombra porque López Murphy tiene mucha personalidad". Si bien señaló que "la imagen de Cavallo crece en la gente cuando hay sensación de que la crisis se dispara, con la presencia de otro hombre fuerte en el gobierno es probable que esta ponderación no sea tan alta respecto, por ejemplo, de la que aparecía en las encuestas en noviembre pasado, antes del blindaje".



El gobierno quiere ortodoxia fiscal para enfrentar la crisis.
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