Fernando Toloza
Pierre Souvestre y Marcel Allain publicaron la primera novela de las 32 que tuvieron como personaje a Fantomas en 1911. En tres años escribieron 21 novelas que se convirtieron en obras de culto tanto para los lectores comunes como para el grupo surrealista, y hasta para aquellos que no sabían leer pero podían pagarse una entrada al cine, ya que Louis Feuillade llevó a la pantalla grande las andanzas del elegante criminal que comenzó asolando a Francia y luego fue capaz de reaparecer en cualquier parte del mundo para ejercitar su maldad. "Fantomas" impactó en la imaginación de sus lectores por su capacidad para transformarse y para empujar a sus perseguidores a emplear sus mismos métodos. El villano, que es ladrón y asesino, recién aparece después de muchas páginas y lo hace de una forma inolvidable: vestido a la perfección y cortejando a una dama, en una situación de extraña intimidad, ya que la sorprende mientras está tomando un baño. Muchas de las apariciones de Fantomas tendrán un evidente carácter sexual. Es un dandy que de pronto puede recurrir a la violencia y matar a sangre fría. Sus perseguidores, el policía Juve y el periodista Jerome Fandor, lo saben y a pesar de ser engañados una y otra vez no se dan por vencidos. También saben que su única posibilidad de atrapar al criminal es emplear sus mismas tácticas. Por eso frecuentan cafés de mala muerte, se disfrazan de mendigos, cambian sus nombres inspirados por el propio delincuente, ya que Fandor es una copia de Fantomas, como confiesa Juve en su momento. La novela es un riguroso folletín. Deja ex profeso cabos sueltos que serán retomados en otras novelas y se ajusta al vértigo de la obra por entrega. Cada capítulo de la primera novela termina abriendo un nuevo interrogante y desviando la atención del eje, que después será retomado a través de la unión de los muchos indicios que se sembraron en los distintos capítulos. La sorpresa anida en cada página, sin embargo se comienza a sospechar que Souvestre y Allain son dos bromistas que se divierten a costillas del lector presentándole personajes falsos que tienen la virtud de engañar a todos usando una máscara. En la primera novela es tolerable, pero en las posteriores el efecto se gasta y se hace previsible. Por ejemplo, usar los viajes como coartada para los crímenes es novedoso, pero cuando Fantomas los emplea más de dos veces, el lector está seguro de que el criminal se saldrá otra vez con la suya gracias a ese artilugio. La violencia de Fantomas queda sembrada en esta primera entrega. Mata a sangre fría y es probable que haya hecho explotar un barco con más de 500 personas para borrar una huella que lo delataría. Para Souvestre y Allain, Fantomas puede ser cualquiera. Une audacia, ciencia e imaginación para el mal y además tiene el don de la ironía: hace que la gente se ría de quien lo investiga. "Es el hombre que supo planear y llevar a cabo en condiciones tan insólitas crímenes tan terribles... el hombre que ha sabido ser el Proteo capaz de despistar hasta hoy todas las investigaciones de la policía...", dice el policía Juve sobre el final de la novela en un intento desesperado por convencer a la gente de la existencia de Fantomas. Como en el Balzac de "Papá Goriot", el mundo de "Fantomas" es una gran representación, sólo que a diferencia de la ficción del autor de la "Comedia humana" esa ficción sobrevive y cada novela se convierte en la puerta para otra ficción, donde Fantomas siempre dispone de una máscara nueva y estremecedora.
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