U.G. Mauro
El cierre del ciclo "Argentina en Vivo 2" que organizó la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación, con Mercedes Sosa ofreciendo un recital de más de una hora y media de duración, al aire libre y en el pequeño pueblo de Santa Catalina en la provincia de Jujuy, tuvo características que lo hicieron sumamente emotivo. La Negra llegó a esta población ubicada al norte de La Quiaca, aproximadamente a las 14 horas del sábado último, para recibir el homenaje de un población netamente aymara y quechua que habita en casas de adobe y paja, de indefinible antigüedad y que no suma más de 400 personas, aunque la transmisión televisiva haya mostrado a más de dos mil espectadores, quienes llegaron desde diversas ciudades jujeñas y otras provincias, sin olvidar a los numerosos caminantes que recorrieron desérticos parajes para ver a la única persona famosa que alguna vez los visitó. Un hospedaje y una mini peatonal ubicados junto a la humilde capilla colonial del poblado llevan, a partir del sábado, el nombre de la cantante, que no cesó de llorar desde su llegada por las fuertes emociones que le hicieron sentir los pobladores de un lugar tan hermoso como pobre, que sintetiza en los rostros de su gente todo lo que se pueda haber dicho sobre América india, sus sufrimientos y sus certezas. En un improvisado anfiteatro natural formado por la erosión del río cercano se montó el escenario para que actuara Mercedes quien, acompañada por sus músicos de siempre, Poppi Spatocco (teclados), Nicolás "Colacho" Brizuela (guitarra), Rubén Lobo (percusión), Carlos Gennoni (bajo) y Beatriz Muñoz (coros), ofreció un recital de nivel internacional en un pueblo de la Puna que, literalmente, no figura en los mapas. Entre las figuras que acompañaron a Mercedes en este recital se contaron sus sobrinos Coqui y Claudio Sosa y la entrerriana, pero rosarina por adopción, Liliana Herrero. Banderas del Tawantinsuyu, reivindicando al antiguo y sojuzgado imperio inca ondeaban junto a la enseña nacional y a carteles de entidades de derechos humanos de la provincia de Jujuy mientras se realizaba el recital que fue cubierto, además de Canal 7, por numerosos canales de cable jujeños. Entre las personalidades que se llegaron a Santa Catalina no faltó el senador nacional Alberto Tell, uno de los cuestionados por el affaire del Senado y que recibió alguna rechifla. Tampoco faltó el dirigente de la Corriente Clasista y Combativa, el "Perro" Santillán, quien tras el recital saludó efusivamente Mercedes Sosa y a Liliana Herrero permaneciendo luego en el pueblo donde tras el show continuaron los festejos del carnaval con la presencia de comparsas y bandas del lugar entonando coplas picarescas con juegos de papel picado y harina en los que Santillán participó activamente. "Tantas veces que llovió y paró, bien podría parar ahora también" expresó entre preocupada y divertida Mercedes, quien desarrolló su recital absolutamente al aire libre, en un clima hostil por el frío que hace en estas latitudes apenas el sol se oculta tras los cerros y por las intermitentes lloviznas que sólo parecían preocupar a los visitantes de Santa Catalina, mientras sus habitantes disfrutaban del hecho como un elemento más de la fiesta que recordarán, no por ser la más grande, sino porque posiblemente sea la única de esa magnitud que hayan vivido y que puedan volver a vivir, en toda su historia. Miradas extrañadas de los pobladores se cruzaron con las sonrisas de quienes conocían la versión del Himno Nacional Argentino con que se inició el recital. Mercedes inició su presentación cantando la zamba "Lapachos en primavera" y sólo respetó el orden establecido en la programación hasta promediar la primera parte del espectáculo, donde se mostró con la calidad vocal de siempre y dueña absoluta del escenario y de un público que, poco acostumbrados a los encuentros masivos, asistía bastante silenciosamente a todo, aplaudiendo al principio con cierta timidez. La presencia de algunos deshinibidos forasteros, más acostumbrado a los recitales, fue entibiando poco a poco el clima y los habitantes de Santa Catalina fueron entrando lentamente en el juego del aplauso y la ovación. Tras el huayno "Ojos de cielo", ya seguido con más entusiasmo, llegó la bella versión que Mercedes hizo de la tradicional zamba "Agitando pañuelos", de los hermanos Abalos, y el tema de Teresa Parodi "Esa musiquita". El estar en la Puna y en medio de una audiencia mayoritariamente pro folclórica, no obligaba a nada a la cantate que continuó luego con clásicos de su repertorio como "Gracias a la vida" para, de repente, interpretar "Gira la vida", de León Gieco y poner calor con el huayno anónimo "Ojos azules". Fue a partir de allí que el recital entró en el terreno de la fiesta propiamente dicha, ya que en primera instancia la cantante invitó a uno de sus sobrinos, Coqui Sosa, a interpretar su bella versión de la "Zamba del grillo", de Atahualpa Yupanqui y una zamba dedicada a la famosa abuela de la familia santiagueña de los Carabajal, que la Negra cantó junto con Claudio Sosa, hermano de Coqui, quien después ofreció uno de los temas más bellos de su repertorio: "La plañidera". Algo nerviosa por el clima hostil, Mercedes no supo por un momento cómo seguía la rutina, hasta que le dio su lugar a Liliana Herrero con su particular versión de "Doña Ubenza", dramatizada y cantada con gran fuerza generó ovaciones de la platea no muy cómodamente sentada en las rocas de la orilla opuesta del río. Como en todos sus recitales, Mercedes dedicó un amplio espacio al folclore pero también a sus "hijos adoptivos" Charly García y Fito Páez, y ofreció una oportuna sorpresa al rescatar en ese ámbito un viejo éxito suyo, como fue en los años previos a la dictadura, la canción de Ariel Petrocelli y Daniel Toro "Cuando tenga la tierra". Tras una veintena de temas, la cantante se despidió con el tradicional "María María" y "Dale alegría a mi corazón". Llovizna viento, frio y apunamiento fueron los males generalizados para quienes no eran de la zona. Sólo los músicos y los cantantes invitados permanecieron unas horas más en Santa Catalina, mientras que Mercedes partió raudamente hacia su alojamiento en La Quiaca para luego trasladarse hacia una zona de menor altura como es Tilcara y no ofreció ningún contacto con la prensa que la requería.
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