Hay un costado jactancioso que a veces se apodera del desempeño informativo de algunos periodistas. Es entonces cuando los portadores de micrófonos y grabadores o aduladores de la opinión a través de una computadora -tentación que no excluye a quien escribe esta nota- se sienten absolutamente habilitados para conjugar la licencia de hablar de ciertos temas sin saber realmente de qué se tratan.
El informe especial que realizó OVACION, apoyado en el conocimiento y la seriedad de Francisco Campillo (médico de Central), sobre las lesiones más frecuentes que sufren los futbolistas intenta contribuir, en cierto modo, a que la jerga futbolística abandone el vicio de repetir como médicos expertos términos como pubialgia, rotura de ligamentos cruzados, desgarros, contracturas, rotura del tendón de Aquiles o rotuliano, sin previa consulta en la voz de la ciencia.
La vedete de las lesiones musculares: el desgarro
Según una definición alejada del valor científico, el desgarro es una herida del músculo que se produce a causa de un movimiento intempestivo, un cambio brusco de velocidad, una incoordinación muscular, o bien por fatiga. En el caso de los jugadores, los músculos que se desgarran más habitualmente son los isquiotibiales, el recto anterior del muslo y los aductores. Y en menor medida, los gemelos y músculos de la pared abdominal. A diferencia de una contractura, que es una contracción del músculo, en un desgarro siempre hay fibras que se cortan. Cuando la cantidad dañada es mínima, se habla de desgarro fibrilar, mientras si se lesiona todo un haz o un fascículo, se denomina desgarro fascicular. De la misma manera que en un esguince de cuello de pie (tobillo) leve, la recuperación de un desgarro requiere de un período para que cicatricen las fibras deterioradas. El tiempo de reparación biológica (cicatrización) puede oscilar entre las dos semanas para el desgarro fascicular y un lapso más prolongado en casos de rupturas musculares que suelen plantear, a veces, una cirugía.
En este tipo de inconvenientes musculares de diferente gravedad es muy importante comprender que después de la curación biológica de la misma (que va de 2 a 3 semanas según la gravedad) comienza la etapa activa de recuperación. En primer lugar con el kinesiólogo en el campo, después en el entrenamiento con el preparador físico y por último completando el programa con el retorno a la actividad propiamente futbolística.
Según Francisco Campillo, la causa más común de consultas médicas por parte de los jugadores son precisamente estos problemas musculares, tales como fatigas, contracturas y desgarros, en ese orden. El facultativo canalla también puntualizó que otro origen muy frecuente de consulta es la determinada por la contusión muscular, comúnmente llamada paralítica, que si bien genera dolor (algia) no responde a una lesión muscular específica y en la mayoría de los casos se resuelve en 48 o 72 horas con entrenamiento diferenciado activo.
Esguinces de cuello de pie (tobillo) y rodilla
El esguince o torcedura de cuello de pie (tobillo) es una de las lesiones articulares más usuales que sufren los futbolistas, aunque en general con un diagnóstico preciso permiten un pronto reintegro a la actividad futbolística. Por ejemplo, en un esguince leve, cuando el pie es sometido a un movimiento que excede su capacidad se produce una tensión anormal en las estructuras ligamentarias y capsulares produciéndose la lesión.
El paso siguiente de la problemática es esperar que la articulación vuelva a su condición normal (se desinflame) tras cumplir con el correspondiente reposo, aplicar crioterapia (hielo) y acompañar con la medicación antiinflamatoria. Campillo apuntó que esta afección hace unos años se recuperaba con el simple cumplimiento de los días de descanso determinado por el facultativo y yeso en casos de jugadores no profesionales o menores de edad. En cambio, en la actualidad dicha rehabilitación se hace en movimiento y al día siguiente de producida la lesión el jugador ya está trabajando con el kinesiólogo (en jugadores profesionales).
A su vez, cuando el esguince de tobillo presenta más de una ruptura de alguno de los ligamentos que hay en la articulación puede considerarse grave, en estos casos se recomienda un tratamiento quirúrgico.
Otro punto prioritario es realizar un diagnóstico en cuanto a la gravedad de la lesión para indicar el tratamiento correspondiente, sobre todo en edades tempranas (futbolistas de divisiones inferiores), ya que pueden pasar por el afán del pronto reintegro a la actividad deportiva muchas veces pueden pasar desapercibidas y en algunos casos hasta condicionan el futuro inmediato del jugador.
Por su parte, el esguince de rodilla se produce como consecuencia de un giro violento de la articulación que supera la fuerza de contención y de acuerdo a la intensidad del mismo puede determinar diferentes lesiones. Por ejemplo, lesiones extraarticulares (ligamento lateral interno, del ligamento lateral externo, luxaciones de rótula, lesiones intraarticulares, tales como ruptura de menisco interno, externo, del L.C.A (ligamento cruzado anterior), del L.C.P (ligamento cruzado posterior), fracturas osteocondrales, etc.
Generalmente en los esguinces leves de tobillo y rodilla con inmovilización de quince o veinte días se recuperan integramente, en cambio en los considerados moderados y graves suelen tener destino quirúrgico.
Pubialgia, un dolor que complica permanentemente
Esta lesión que en ambiente futbolístico se presenta como una complicación fonética por las dificultades que causa su pronunciación, se define como el dolor en la región del pubis que puede tener su origen o relación con actividades deportivas y que para detectarla es necesario hacer el diagnóstico diferencial de otras afecciones originadas en estructuras vecinas, como genitales, vías urinarias, trayectos herniarios, vísceras abdominales, región lumbar, etc.
Después de diferenciar estas afecciones complementarias, el siguiente paso es realizar un análisis minucioso de la causa que originó el dolor a través de un examen físico de los grupos musculares regionales y correlacionarlos con antecedentes de lesiones musculares agudas tales como desgarros de aductores, de músculos abdominales, examinar caderas, columna lumbo-sacra, discrepancias de miembros inferiores, forma de los pies, etc. Además siempre es conveniente pedir RX del pelvis y columna lumbar para evaluar las diferentes articulaciones.
Una vez detectada la afección se inicia el tratamiento, que en la mayoría de los casos consiste en reposo deportivo, antiinflamatorios y terapia kinésica buscando movilidad de las articulaciones de la región e instrumentar la elasticidad. Superado el dolor, se inicia el período de fortalecimiento en el gimnasio acompañado por una gradual vuelta al entrenamiento de campo. Llevando una evolución normal y cumpliéndose al pie de las letra las etapas de recuperación, este tipo de lesiones requieren de 2 a 3 meses para su completa recuperación.