Año CXXXIV
 Nº 49.035
Rosario,
miércoles  21 de
febrero de 2001
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Markus "Misha" Wolf, el hombre sin rostro de la Guerra Fría
Fue jefe del espionaje alemán oriental del 56 al 87. Un "topo" suyo hizo caer a Willy Brandt en el 74. Sostiene que "Gorbachov traicionó a la URSS y a la RDA"

Javier Cáceres

Berlín. - Fue, durante décadas, "el hombre sin rostro". Un mito de la Guerra Fría, que comandaba un ejército de al menos 4.200 agentes en Occidente "con la precisión de un ajedrecista", según reconocían incluso sus enemigos al otro lado de la Cortina de acero.
Ahora, con los 78 años recién cumplidos, Markus Misha Wolf reparte sus tarjetas de visita con la naturalidad de un vendedor de seguros. "Tengo que ser prudente. Al fin y al cabo, vivo de la imagen que tengo", dice Wolf, con ironía y una sonrisa en los labios. "Pero en el espionaje, las apariencias son mucho más importantes que cualquier otra cosa", afirma ante los periodistas.
"Se exagera mucho. No es causalidad que dos antiguos insider, Graham Greene y John LeCarré, hayan escrito las mejores novelas de espionaje". Estas declaraciones fueron hechas en rueda de prensa ante corresponsales extranjeros.
Wolf dirigió el espionaje alemán oriental, el Departamento Principal Esclarecimiento (HVA) de la RDA durante casi tres décadas, de 1956 a 1987. Los servicios occidentales desconocían su aspecto hasta 1978, cuando la revista Der Spiegel publicó su foto. Wolf colocó un "topo" en el entorno más inmediato del canciller Willy Brandt, lo que forzó su dimisión, en 1974.
Si las leyendas ya acompañaban a Wolf cuando aún estaba en servicio, no han hecho más que aflorar después de la caída del Muro. Hay libros que le atribuyen un papel clave en el desmoronamiento de la RDA, en 1989, en cooperación con la KGB y Moscú, para acabar con los "cabezas de hormigón" en Berlín Oriental. "Es puro invento", asegura.
Wolf afirma que la implosión del sistema socialista y de la URSS le sorprendieron. "No he avanzado lo suficiente en mis estudios históricos como para llegar a una explicación definitiva sobre las causas del fin del Bloque socialista. Pero la total ausencia de democracia fue clave. El "socialismo real" -expresión horrible, por lo demás- no tenía nada que ver con democracia. Y eso tuvo efectos también sobre la economía".
Wolf insiste en definirse como "socialista convencido", y se resiste a abandonar la idea de que "la democracia socialista es concebible". "¿La socialdemocracia? Casi me siento tentado a decir que aún no he caído tan bajo", se ríe. "No hay nada del SPD que me atraiga como para buscar su proximidad. Soy militante no activo del PDS (ex comunista), a pesar de que también hay cosas que no me gustan".
Wolf admite haber creído hasta el final en la regeneración del sistema socialista. "Las ideas programáticas de Gorbachov me sonaban esperanzadoras. Pensé que serían la base para acabar con el terrible estancamiento de la URSS en tiempos de Breznev".
Ahora, Gorbachov sólo le provoca rechazo. "Traicionó sus ideales, a la URSS y a sus aliados en la RDA. Los entregó sin necesidad alguna. Nosotros contábamos firmemente con que Gorbachov, en las negociaciones sobre la unidad alemana, lucharía por la impunidad para los líderes de la RDA y los agentes de los servicios secretos, gente que había recibido las más altas condecoraciones de la URSS. Pero no dijo ni una sola palabra".
Tras la caída del Muro, Wolf fue condenado en dos ocasiones por la RFA, a seis años de cárcel en libertad condicional por espionaje, en 1993, y a otros dos por secuestro, en 1997. En ambos casos cumplió las penas en libertad condicional; la primera sentencia llegó a ser anulada, incluso. Wolf se mueve libremente, mientras agentes suyos están cumpliendo condenas de cárcel. "Es una gran carga", declara Wolf.
Wolf descarta que haya topos de la RDA que se hayan pasado a otros servicios y estén todavía activos. "En 1990 ya dije que si yo fuera presidente del servicio de inteligencia ruso, rehuiría a los agentes de la RDA". Cada espía tenía unos cuatro o cinco contactos en la RDA, que podían delatarle en cualquier momento. Así, el riesgo de verlos descubiertos rozaba el infinito.
Wolf restó importancia también a los ficheros Rosewood, un banco de datos que contiene los nombres reales de miles de agentes de la RDA en Alemania Occidental y que cayó en manos de la CIA. Afirma que difícilmente aportarán datos nuevos sobre el espionaje de la Alemania comunista. "Todo lo que pueda ser de relevancia es de dominio de la fiscalía alemana desde hace siete u ocho años. Lo que está saliendo ahora es material que se utiliza política y periodísticamente", dice.

Los jóvenes del 68
Wolf asegura que sus agentes actuaron primordialmente por motivos políticos. En este sentido, dijo, "el movimiento del 68 fue un factor muy positivo para la RDA. Nos permitió reclutar a gente joven próxima al stablishment", en Alemania occidental.
La cosa cambió con la mayoría de edad de los jóvenes del 68 y la fundación del partido ecologista Los Verdes. "En el Comité Central se veía a los Verdes como un potencial aliado. Pero a la vez se era consciente de que era un apoyo potencial para los disidentes, como así fue. Por algo acabaron negándoles los visados para la RDA a los Verdes", declaró.
Aun así, la fuente más importante que llegó a colocar la RDA en las filas del enemigo procedía de la oposición izquierdista: Rainer Rupp, alias Topas, que develó durante doce años los secretos de la Otán a la RDA y fue condenado en 1994 a doce años de cárcel.
La colaboración con la izquierda radical de Alemania Occidental tenía límites, según Wolf. "Mi orden era: ningún tipo de contactos con la Fracción del Ejército Rojo (RAF) y su entorno". La RAF fue el grupo terrorista más activo en Alemania occidental en los años 70. Entre otros motivos, a Wolf le parecía demasiado peligroso contactar con ellos, porque la RAF y su entorno eran el grupo más observado por la policía y el espionaje interno de la República Federal Alemana.
El actual debate sobre el pasado radical del verde Jocksha Fischer, el ministro de Exterior alemán, le parece ridículo. "Eran chicos inofensivos... en tiempos de Weimar (en la década del 20), el Frente Rojo y las SA de los nazis sí estaban literalmente armados", recuerda.
No obstante, la polémica le preocupa. "Que uno no pueda asumir los ideales que defendía en aquella época me parece un signo característico de los tiempos que corren", manifestó. Fischer está siendo sometido a una investigación judicial por supuesto perjurio, cometido cuando declaró como testigo durante el reciente juicio en Frankfurt contra el miembro de la RAF Hans-Joachim Klein.


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