Año CXXXIV
 Nº 49.033
Rosario,
lunes  19 de
febrero de 2001
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Recorriendo Rosario. La populosa barriada ya superó el fantasma de las inundaciones
Empalme Graneros tiene más desafíos
La pobreza, la inseguridad, la falta de cloacas y de más centros de salud son las preocupaciones de la gente

Sergio Roulier

Empalme Graneros siempre fue un barrio con grandes desafíos. Ayer fueron los de superar el aislamiento, las inundaciones y conseguir servicios. Hoy pasan por la pobreza, la inseguridad y la calidad de vida de la gente. Es un barrio de obreros luchadores y solidarios, al que se sumaron nuevos vecinos, los tobas. Tiene tres grandes franjas sociales que se pueden demarcar geográficamente. Vivió un desarrollo urbano en los últimos diez años con un crecimiento habitacional que multiplicó las demandas sociales. Tiene el espíritu de un pueblo dentro de la gran ciudad, acostumbrado a soportar adversidades y con habitantes ilustres que trascienden los límites barriales.
Se trata de una de las barriadas más antiguas de Rosario, que nació entre las quintas y los tambos. Las vías del tren y el arroyo Ludueña la cercaron. Una estación del ferrocarril que era el empalme de los graneros hacia el puerto le dio su nombre. Los obreros de las fábricas, los inmigrantes europeos y las migraciones internas lo poblaron. Y su única conexión con la ciudad (Juan José Paso) concentró las actividades.
El Ludueña marcó el pulso de la zona y la azotó con 17 inundaciones a lo largo de su historia, pero después de un siglo el curso de agua llegará manso y controlado. La última crecida del 86 hizo que los vecinos se unieran para ayudarse mutuamente y pedir por la obra que marcó el destino del barrio: la presa retardadora de crecidas. Y los actuales trabajos de canalización alejarán los fantasmas de los desbordes.
Siempre fue una barriada de gente trabajadora y que sufrió postergaciones, víctimas del aislamiento y las crecidas. En su seno hay un espíritu de lucha y de no resignarse. Fue así que en la última década consiguieron el pavimento, el gas natural y el agua potable. Ahora sus objetivos apuntan a terminar con las zanjas, tener más centros de salud, y mejorar la seguridad y la vida de los pobres.
Empalme tiene tres sectores sociales bien delimitados. Hacia avenida Génova es un barrio tipo clase media, con construcciones más antiguas sobre la vía y más nuevas hacia el norte. Entre Génova y Olivé, las casas son más precarias y en sus calles transitan carros y juegan los chicos. Sobre el viejo basural está el barrio toba, donde trabaja la hermana María Jordán. Y en una franja irregular se extiende una amplia villa de emergencia.
Sobre Paso, hay un centro comercial que crece día a día y tiene el frenético movimiento de los negocios. En sus alrededores se respira un clima de barrio silencioso. Pero las necesidades sociales y la inseguridad se apoderaron de la zona. El trabajo de la religiosa, la contención de los centros comunitarios y los planes de empleo y ayuda no alcanzan. Hay un 30 por ciento de mano de obra no calificada y otro tanto sin trabajo. Se registran casos de desnutrición y enfermedades de la pobreza (tuberculosis, mal de chagas). Encima, la juventud tiene pocas expectativas.
La hermana Jordán moviliza con sus palabras. Se extraña de que muchos vecinos no conozcan lo que pasa en "el patio de atrás" del barrio y pocos se acerquen para ayudar. Pero también tiene esperanzas de que ello cambie. Y destaca el fenómeno de integración que existe en las escuelas con los niños "criollos y tobas".
Osvaldo Ortolani -bisnieto de uno de los primeros pobladores- está al frente de la vecinal, por donde pasan cientos de vecinos, en sus consultorios o la biblioteca. Busca hacer realidad el eslogan que los identifica, un barrio para ser vivido. Prueba de ello es el festejo del Día del Vecino, el primero domingo de diciembre, cuando miles de personas se juntan a cenar en el medio de la calle. Esta fiesta es un símbolo que nació después de la última crecida y una muestra de lo que sus habitantes quieren ser: un barrio de laburantes, solidario y con grandes desafíos.



El centro comercial de Juan José Paso.
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