Porque fue precoz. David Lebón se definió como músico cuando a los 8 años empezó a tocar la batería en el conjunto del colegio influido por la aparición de Los Beatles. Viviendo en Miami, formó a los 12 años el grupo Alley Cats y animaba fiestas con temas de los Beatles y los Beach Boys.
Porque sabe hacer de todo. Lebón alguna vez incursionó en el grupo Los Gatos cuando este estaba a punto de desmembrarse, fue músico de Carlos Bisso y Conexión Nº 5, La pesada del rock de Billy Bond y Polifemo. Fue bajista con Pappo, baterista de Color Humano, guitarrista de Pescado Rabioso, tecladista en Espíritu y cantante y compositor de Serú Girán, antes de empezar una carrera solista.
Porque fue parte de la religión. En su trayectoria se cuentan obras del pop más comercial hasta música devocional con grupos inspirados en religiones orientales para los que grabó por lo menos dos discos.
Porque Serú le marcó el camino. Fue tras separarse de Serú Girán que Lebón inició su verdadera carrera solista con el disco "El tiempo es veloz" de 1982, canción que le grabara Mercedes Sosa. Luego, Lebón sucumbió a la tentación de participar en el oportunista retorno de Serú Girán en 1992, lo que entre otras cosas causó que su disco "Nuevas mañanas" pasara inadvertido.
Porque se cansó del circo. De buenas a primeras Lebón se fue. El multiinstrumentista se autoexilió en Mendoza, donde lleva una vida más contemplativa pero para nada improductiva, cerca de sus hijos y nietos y haciendo lo que le gusta sin sufrir las presiones que viviría un prócer como él en la Capital Federal.
Porque vive separado de los sellos. Al igual que otro prócer como Spinetta, Lebón protagoniza una lucha sin fin contra las empresas grabadoras, que sólo quieren que baje su calidad para ser más comercial, "mientras se me pudren en la heladera los 200 temas que tengo escritos y que nadie conoce", afirma.
Porque conoce los males del ridículo. Lebón recomienda a quien quiera oirlo que si de ser músico se trata, no hay que dejarse llevar por la voluntad de ser "moderno" sino por lo que dicta la sensibilidad del artista, en una clara autorreferencia a su madurez.