Tanto las declaraciones del doctor Bernardo Iturraspe cuanto las del doctor Héctor García Solá han enriquecido desde las páginas de este diario el conocimiento de sus lectores proporcionando un material enjundioso sobre la privatización del Banco Provincial de Santa Fe. No es mi intención debatir sobre la conveniencia de privatizar el banco oficial santafesino, pero independientemente del criterio que los dos prestigiosos y aún notables abogados que menciono sustenten política, económica e ideológicamente sobre la transferencia de la entidad crediticia estatal a manos privadas, dejo anotado el mío. Soy partidario de la privatización de ese banco provincial como he propuesto el mismo destino para el Banco Municipal de Rosario, sin éxito. Ahora bien, una cosa es el criterio y otra el modo. La cuestión ha venido suscitando todo tipo de discusiones y no me inspiro en los trabajos de Iturraspe y García Solá para reencenderla sino para hacer base en una delicada esquina de este proceso que encabezaron el ex gobernador Jorge Obeid y su ministro de Economía doctor Hugo Garnero. Ante las filosas críticas, penetrantes y cortantes como rayos láser, de ambos letrados, ni Obeid ni Garnero han salido a refutar ni las autoridades del banco privatizado han dicho una palabra. Personalmente considero que los operadores de la venta del banco procedieron de buena fe, aunque admito que debo ser el único que piensa así.
Nadie ignora que antes de cocinar ciertos alimentos es preciso ablandarlos, por ejemplo, los garbanzos se ponen en remojo por horas, lo mismo que todas las legumbres secas. La Comisión Nogueras cumplió ese rol, el del remojo. García Solá dijo recientemente con gracia, rotundidad y aticismo que su titular se infatuó de tal manera que adjudicó a Obeid el papel de Pueyrredón y se reservó para sí el de San Martín estrujando la historia para reducirla al nivel de Billiken.
La Comisión Nogueras se creó por decreto del Poder Ejecutivo invitando a los legisladores a integrarla. No hubo peronistas en ella, sí radicales, demócratas progresistas y socialistas. Ni la Cámara de Diputados ni la Cámara de Senadores consideraron el decreto de Obeid creando este cuerpo investigador ni, por lo tanto, autorizaron a ninguno de sus miembros a participar. Diputados y senadores fueron a la Comisión Nogueras respondiendo a un decreto del gobernador, aceptaron una comisión del PE sin consentimiento expreso -no existe el tácito- de las corporaciones que los contenían.
Incompatibilidades y castigos
Transcribiré el artículo 52 de la Constitución de la provincia de Santa Fe (primer párrafo): "Es incompatible el cargo de diputado o senador con cualquier otro de carácter nacional, provincial o municipal, sea electivo o no, excepto los cargos docentes y las comisiones honorarias eventuales de la Nación, de la provincia o de los municipios, que solamente pueden ser aceptadas con autorización de la Cámara correspondiente, o si ésta estuviere en receso, con obligación de dar cuenta a ella en su oportunidad". (Y el último párrafo dicta el castigo): "El legislador que haya aceptado algún cargo incompatible con el suyo, queda por ese solo hecho separado de éste".
Conjura de silencio
Es decir, todos los legisladores que integraron la Comisión Nogueras perdieron sus bancas automáticamente por orden de la Constitución, pero una conjura de silencio y complicidad obvió tal brutal violación al texto que juraron cumplir, proteger y promocionar. Paso por alto las ridiculeces en que incurrieron varios de los alegres legisladores de la Comisión Nogueras, desde el que confundió australes con dólares hasta el que le descubrió una abominable cuenta corriente secreta a la mujer del Tati Vernet para pedir, 48 horas más tarde, públicas disculpas por el reverendo papelón de dar por cierto un chisme de café y llevarlo a la denuncia pública, que sólo entre cafres permite seguir tan campante. Y no mencionar al ex diputado que acusó a un amigo mío de haber dado un crédito tramposo en su carácter de director del Banco Provincial siendo que llegó al cargo dos años después de otorgado. Fechas, monedas, créditos, imputaciones en un carnaval alocado que terminó como era previsible, en la nada pero con gente infamemente ultrajada, difamada y maltratada. No fue gratuito, entre la declaración ministerial de banco fundido a este repertorio de atrocidades convertido en torneo de opas, el Banco Provincial se redujo a una piltrafa financiera. Es la pasión argentina del mal menor, pero sería lo que hicieron Machinea, Vicens y Daniel Marx si tienen razón el diputado nacional Mario Cafiero y el cordobés Francisco Llorens según denuncias giradas a la Sigén de Rafael Bielsa, en junio al canjear bonos de la deuda externa hicieron perder 50 millones de pesos al país. En semejante cotejo lo del Banco Provincial es baratija. Todo el mundo garantiza que Nogueras actuó de buena fe, todo el mundo avala su honestidad. Yo también, pero recuerdo que ya Eugenio D'Ors había dicho: "La maja más indecente de Goya es la que está vestida, claro".
Revelo ahora que en su momento remití cartas documento a Venesia como titular del Senado provincial, al presidente de Diputados y al propio Nogueras. Me contestó Nogueras solamente con el previsible texto, lo pasó a estudio. El no era responsable de la incompatibilidad de los legisladores, Venesia y Castro sí. Ahora, que Nogueras ignore la Constitución igual que Obeid y su gabinete es cuanto menos esperpéntico. La vocación democrática que no se les puede negar no impidió que la Constitución provincial se violara groseramente en sus narices. Se sabe porque lo dijo Diderot hace 250 años y en Francia, el país del queso roquefort: "A la hora de olfatear las tramoyas, están todos resfriados".
\(*) Concejal (PJ)