El senador Núñez también analiza críticamente el modelo económico heredado por la democracia chilena de la era Pinochet. Los empresarios siguen amando de manera absolutamente ideologizada un modelo de desarrollo que va a seguir generando contradicciones sociales muy profundas. Y si ellos llegaran hoy al gobierno, no tendrían ninguna posibilidad de manejar estas tensiones. Todo empresario que sea capaz de mirar el futuro sabe que los únicos que estamos en condiciones de controlar y transformar las tensiones que genera el modelo somos las fuerzas progresistas de centroizquierda. El centroderecha optaría por el camino populista, y cuando esto no sea posible, optará por el autoritarismo, lo que inevitablemente generará inestabilidades que llevan a la desinversión. Hoy, las contradicciones del modelo la derecha las apaga con el populismo, con el facilismo. Pero lo cierto es que no tienen posibilidades de construir una sociedad mejor. -Estas tensiones hablan de una impotencia de los socialdemócratas chilenos, y en general latinoamericanos, para distribuir. Llegan al gobierno, como Uds. en Chile y la Alianza en Argentina, y sólo pueden administrar el modelo heredado, pero no replantear la distribución de riqueza. -Sí, así es. Se está llegando a un punto en América latina y en Chile en particular, en el que no se trata de implementar un modelo estatista al estilo de los 50-60, ni de terminar con las bondades de la libre competencia, que estimula efectivamente a los factores productivos al desarrollo y la creatividad. Pero el modelo tiene un techo, que, al no poder sobrepasarlo, agudiza sus contradicciones. Se hace más desigual la distribución y se generan desigualdades profundas, entre un sector pequeño con acceso al mercado y una mayoría que no tiene esa posibilidad. Y la posibilidad de ir generando un Welfare State a la latinoamericana se nos va cada vez más de las manos", explicó el legislador trasandino. "Esto implica de que hay que incorporar medidas drásticas de refundación del modelo. El gobierno está tomando un conjunto de medidas -laborales, tributarias, de salud y educación- que apuntan a una redistribución real. Medidas que buscan terminar con esta idea absurda del empresariado chileno de que cuanto más explotan al asalariado, mayor es el rendimiento de éste. El empresariado chileno lamentablemente, no todo, sigue siendo tributario del thatcherismo más extremo, de un neoliberalismo salvaje que viene de vuelta en el resto del mundo y que ellos sin embargo practican con un entusiasmo que no proviene de parámetros económicos sino de razones ideológicas. Así como ellos nos decían que la izquierda estaba fijada en un superado modelo estatista, hoy podemos responderles que ellos están sobreideologizados, enceguecidos por una concepción que crea fenomenales contradicciones que -algún día se darán cuenta- perjudican a la misma economía, a su modernización y apertura", sentenció Núñez.
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