Pablo Díaz de Brito
La derecha chilena tiene una tradición autoritaria y sangrienta que se remonta a los tiempos coloniales, y no es un fenómeno histórico reciente nacido de la era pinochetista (1973-90). Ahora, por fin se ven atisbos de una nueva derecha, democrática y moderna, pero la mayoría del empresariado y de los líderes conservadores chilenos sigue siendo pinochetista, aunque por conveniencia política se hayan distanciado del ex dictador caído en desgracia. Pero si la derecha volviese al poder no tardaría en mostrar su talante represor y autoritario. Es este el cuadro, más bien pesimista, que traza Ricardo Núñez, senador desde 1990 y presidente del Partido Socialista chileno. El PS está al frente del Poder Ejecutivo desde marzo de 2000, cuando asumió el presidente Ricardo Lagos, quien ganó esforzadamente en ballottage ante el derechista Joaquín Lavín. Núñez estuvo en Rosario para participar del reciente homenaje al fallecido Guillermo Estévez Boero. -La actitud más distante e "institucional" del general Izurieta ante el procesamiento de Pinochet ha marcado diferencias con el pasado ¿Uds, como partido de gobierno, ven un primer paso hacia un alejamiento del ejército y las FFAA de Pinochet, o todo seguirá igual? -En primer lugar, hay que valorar que durante el gobierno de Ricardo Lagos las relaciones entre el poder político y las FFAA han estado marcadas por la sinceridad sobre los temas fundamentales. Ello ha permitido que dentro de las FFAA haya surgido la idea de que en un período histórico lo más breve posible se creen condiciones para un reencuentro con el conjunto del pueblo chileno y no sólo con una parte de él. Para lograr este objetivo histórico, impulsado particularmente por el general Izurieta, es básico volver las FFAA a su rol institucional, que entiendan que son parte de la nación chilena y retomen en consecuencia el camino de la institucinalización. Ahora, yo entiendo que al interior al de las FFAA haya sentimientos encontrados, que haya muchos para quienes Pinochet juega un rol relevante y entiendo también a quienes quieren dejar atrás la doctrina de Pinochet, la concepción que al interior de Chile hay amigos y enemigos, que hace que las FFAA no tengan ninguna posibilidad de reconciliarse con el conjunto de la nación chilena y en consecuencia de poder cumplir su rol profesional. Por eso valoramos la actitud de Izurieta y de otros jefes militares. -Este alejamiento del pinochetismo duro también alcanza al empresariado y a la derecha política. ¿Estamos ante un pinochetismo en decadencia y de corta vida o ante un factor de poder que persistirá mucho tiempo? -La derecha de nuestro país, el empresariado que se enriqueció con Pinochet, ha tomado la decisión de disfrazarse. No de cambiar de naturaleza, sino de disfrazarse, de aparecer como que no son parte del pinochetismo, que no son herederos de Pinochet. Porque en definitiva la derecha chilena, le guste o no le guste, es hija de Pinochet, y en consecuencia en cualquier momento les sale de lo más profundo de su ser esa alma autoritaria y poco amante de la democracia que es el rasgo característico de Pinochet. -Esto lleva a la singularidad chilena: también en Argentina, en Uruguay, hay derechas fuertes, pero los sectores que reivindican las pasadas dictaduras militares son muy marginales. En Chile en cambio existe una reivindicación activa, programática, de la dictadura pinochetista por parte de un importante sector político, que le disputó la presidencia a Lagos en las urnas el año pasado y perdió por muy poco. -Así es, pero no es un dato de las últimas décadas, sino que en Chile siempre hubo una derecha fuerte, oligárquica, autoritaria, y salvo en excepcionales momentos de su historia, se ha enfrentado en cuerpo y alma contra los principios democráticos. En Chile, durante todo el siglo XIX, lo que tenemos es una derecha que desde el poder impulsa matanzas, asesinatos; por ejemplo, la guerra civil de 1891, en la que mueren 18.000 chilenos. Y en el siglo XX no aparece sólo el golpe de 1973, durante casi todo el siglo tenemos una derecha que, sistemáticamente, cuando estuvo en el poder produjo matanzas de obreros, campesinos y estudiantes. Desde los albores de nuestra república, esta derecha es producto de la fuerte influencia del conservadurismo eclesial que heredamos de la Corona española; también influye el modo en que se colonizó Chile, con la falta de contacto con las grandes corrientes liberales y progresistas del mundo, por el aislamiento geográfico de nuestro país. De modo que, desgraciadamente, a lo largo de la historia chilena vamos a encontrarnos con estos dramáticos elementos que - de manera acentuada por cierto-, se vivieron durante la dictadura de Pinochet. Pero no debemos negar que hay al interior de la derecha sectores que se modernizan y entienden que el mundo ha cambiado, y que el valor de los derechos humanos, por ejemplo, es un valor universal. Es posible pensar en una nueva generación de la derecha alejada del Opus Dei, alejada de las enseñanzas de Pinochet, de este anticomunismo visceral que tiene relación con la Guerra Fría y no con el futuro de la humanidad; alejada, también, de esa ignorancia supina sobre las nuevas corrientes de pensamiento político, cultural, etc. -Joaquín Lavín entonces no puede ser quien, según ud., lidere este cambio profundo de la derecha chilena. (Lavín es el líder de la oposición derechista y disputó en diciembre de 1999 la presidencia de Chile con Ricardo Lagos, perdiendo en el ballottage por escaso margen) -Lavín puede ser una persona que, producto del marketing político, muestre una imagen nueva y se aleje paulatinamente de Pinochet. Pero la única razón porque lo hace es porque tiene la aspiración, vana en mi opinión, de ser presidente de Chile en 2005. Pero si llegara, por un error histórico de nuestro pueblo, a ser presidente, no le quepa la menor duda de que, sino él, su entorno, va a volver por los fueros que les son propios: los del autoritarismo y la represión, matizados obviamente, y no ya en la manera estúpida y brutal con que los practicó su padre espiritual Pinochet. -Estuvieron cerca, entonces, de esta oscura posibilidad, porque Lavín perdió por muy poco frente a Lagos, en las elecciones de diciembre del 99. -Pero en las elecciones municipales siguientes, que acabamos de tener, y a pesar del enorme desempleo que tenemos y la recesión, logramos el 52% contra el 40% de la derecha. De modo tal que hablamos de una diferencia que todavía es sustantiva: 12% y apuntamos a aumentar esa diferencia en las próximas elecciones parlamentarias. Pero indudablemente la derecha es poderosa electoralmente.
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