Aunque en la actualidad la mujer del campo ocupó espacios que antes eran exclusividad de los hombres, siempre fueron un complemento indispensable para que la actividad se desarrollara con efectividad. René Bonetto ocupa buena parte de su relato para hablar de las tareas que cuando era muy chico veía desempeñar a su madre y a sus tías: "Por entonces había una gran división en las actividades. El hombre se ocupaba de arreglar los alambrados, cuidar a los animales, cosechar, arar, sembrar, comercializar y administrar. Las damas tenían a su cargo la atención de la casa, de los hijos y la comida, no sólo de la familia sino muchas veces también de todos los peones que trabajaban en el campo", recuerda. Las imágenes de aquellas mujeres ocupándose de hacer el pan, criar pollos, cocinar en ollas enormes, se reproducen sin pausa en las palabras de Bonetto. "Siempre fueron un apoyo fundamental y extraordinario", dice, y no duda en agregar que su mujer, también vinculada a la actividad, es un buen ejemplo.
| |