Consecuencia en gran medida de la producción intensiva en la Unión Europea, la encefalopatía espongiforme bovina se detectó por primera vez en Gran Bretaña, que en los 90 se vio obligada sacrificar gran parte de su rodeo vacuno. La detección de casos en el continente devolvió el tema a la opinión pública. El prión (proteína) que causa el mal se transmite a los rumiantes a través de la ingesta de harinas de hueso, una práctica que está prohibida en Argentina pero que en Europa recién se suspendió desde el 1º de enero pasado. La enfermedad afecta al cerebro y el primer síntoma es la descoordinación de movimientos en los animales. De allí el nombre de vaca loca. Las firmes sospechas de que el mal de Creutzfeldt Jakob es el correlato humano de la BSE desató una ola de pánico entre los consumidores europeos. A pesar de que Argentina está libre de la enfermedad y los restaurantes del viejo continente promocionan como tal a las carnes de las pampas, el miedo no distingue y la caída generalizada del consumo derrumbó a la mitad los precios de la cuota Hilton (cortes especiales enviados a la Unión Europea). Como contrapartida, la decisión europea de reemplazar las harinas animales por harinas vegetales para alimentar el ganado, alentó sobre el fin del año 2000 una mejoría en el precio de la soja .
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