Alfredo Abalos es un cerrado defensor de la familia. Tras una infancia en la que extrañó a su madre desaparecida muy tempranamente, Alfredo formó un clan que también ama el folclore. Cuando se refiere a su mujer se sumerge en las evocaciones: Muni (Santillan) es docente jubilada, dice y acota: Durante 20 años fue maestra de campo, en medio de las víboras, las vinchucas y tomando agua de las represas. Es bastante dura la vida de las maestras de campo, reflexiona.
Después enumera a su descendencia: Martín acaba de cumplir 29 años y está estudiando música; Santiago, va a cumplir 27 y ya se ha recibido como profesor de Bellas Artes y Carolina, tiene 21 y está haciendo su profesorado de Geografía, dice con inocultable satisfacción.
Es que la familia para el cantor es tan importante que en ella ha basado toda su carrera, tanto como que sus dos hijos integran el grupo de músicos que lo acompaña en sus actuaciones.
La vida de Alfredo Abalos en Santiago del Estero se desarrolló junto a su compañera con quien el artista compartió experiencias que fraguaron su amor por la tierra adoptiva y por las figuras de los grandes creadores santiagueños que conoció y con quienes compartió enriquecedoras experiencias. Muni fue alumna de don José Gómez Basualdo, que era una maravilla como enseñaba a bailar y traía a don Andrés Chazarreta, a los Hermanos Díaz, a Julio Argentino Jerez o al Sonco y el Cachilo Díaz para que bailaran los alumnos con los conjuntos en vivo. Así que Muni ha tenido la suerte de escuchar a todos los viejos músicos de Santiago.
Es ocioso preguntarse por qué la suya es una familia dedicada al folclore: Desde que abrieron los ojos los chicos han escuchado música en mi casa. Lo mismo que me pasó a mí: mi abuelo, mis tíos y mis primos fueron todos músicos y cantores; mi papá tocaba la flauta traversa. Y a mis chicos les ha pasado lo mismo. En casa estaba siempre la gente del Alero Quichua Santiagueño: Felipe Corpos, Vicente Salto, Sixto Palavecino, Domingo Bravo, Miguel Simón, Manuel Jugo, Nono Corvalán, Fortunato y los hermanos Juárez, explica.
| |
La Ciudad
