Con el imponente paisaje de los picos nevados de la cordillera y el Canal de Beagle, la banda de rock Divididos abrió la edición 2001 del ciclo Argentina en vivo ante más de tres mil personas en Ushuaia. Durante casi tres horas, la aplanadora del rock realizó un concierto donde predominaron los clásicos de su repertorio a los que se agregaron varios temas de su último CD Narigón del siglo. Antes del plato fuerte de la tarde, pasaron por el escenario numerosas bandas locales, entre las que se contaron Tiempo Infinito, Vodevil, Sandoval, Animal de Pueblo, Ushuaia Tango, Los Ojos del Duende, P iñero-Nievas, Vibhum y Serenos. El público festejó sus interpretaciones, pero más cerca de las 19, hora prevista para la actuación de Divididos, los teloneros debieron hacer un gran esfuerzo para hacer oir su música que se mezclaba con los cánticos alusivos a la banda porteña. Además de la esperada concurrencia del público mayoritariamente joven, muchas familias se dieron cita en el lugar donde la Cordillera ofició de dueña de casa. Los espacios más cercanos al escenario fuer on ocupados por los más jóvenes pero más atrás se podían observar a personas de media edad acompañados por sus hijos, pidiendo a gritos el comienzo del show. Ricardo Mollo hizo sonar el primer acorde de Casi estatua a las 19.30, bajo el sol, con el arcoiris asomando en parte detrás de los veleros amarados en el muelle de la Asociación Fueguina de Actividades Subacuáticas, en cuyos terrenos se montó el escenario, el mismo lugar elegido el 31 de diciembre de 1999 cuando bailaron Julio Bocca y Eleonora Cassano para recibir al año 2000. San Pedro nos va a ayudar imploró Mollo cuando se levantó viento, densos nubarrones negros cubrieron el cielo y dejaron caer una tenue llovizna que cesó a los pocos minutos. En la primera parte del espactáculo, nuevas composiciones como la mencionada Casi estatua, Basta fuerte, Alma de budín, Vida de topos, Tanto anteojo y La ñapi de mama se juntaron con la tradicional Haciendo cosas raras, que recibió la gran ovación de la jornada. Seguidamente y sin preámbulos, fueron subiendo músicos locales, que acompañaron y recibieron el cariño sincero de Divididos. Ricardo Mollo, Diego Arnedo y Jorge Araujo habían pasad o uno días en Ushuaia escogiendo a los músicos que los acompañarían en su performance. Los 14 intérpretes locales, de entre 11 y 35 años, fueron sin dudas los mayores beneficiados de la tarde ya que pudieron mostrar su virtuosismo frente a un público que los conoce muchas veces sólo de oído. Los créditos locales De esta forma y con clima de euforia por parte del público y de excitación por parte de los músicos, fueron pasando por el escenario Peter y Luis que interpretaron Que tal junto a sus ídolos, Fernando y Christian hicieron los mismo con Woodoo Chile -en tributo a Jimi Hendrix-, Maxi tocó en El elefante de Europa, Pollo en Nene de antes, y Sandoval y Cordero en Que ves. Completaron el set de invitados locales: Lucas en Azulejo, David y Mauro en El 38, Sebastián y Pablo en 15-5, Godin Midi en Spaghetti del rock, Kelo y Sebastián en El burrito y Gastón, Sandoval y Boris en Par mil. Todos y cada uno terminaron sus performances al borde de las lágrimas y finalizaron sus actuaciones con una ovación del público y el abrazo de Mollo y Arnedo. Durante la última parte del completo, parejo y emotivo recital, los clásicos dividianos no se hicieron esperar. A Paisano de Hurlingham, Rasputín y Paraguay, le siguieron Cielito lindo, Aladelta y Sobrio a las piñas, bailados con frenesí por el público que se dedicó al pogo y a los vítores de costumbre. Entre ellos se contaban no sólo los jóvenes y sus familias, sino también turistas nacionales y extranjeros, y hasta funcionarios públicos. Una pareja procedente de Buenos Aires, él de Palermo y ella de Martínez, acababan de arribar a Ushuaia en un vuelo de LAPA y fueron directamente al escenario cargados con mochilas y carpa. Más tarde subieron al escenario otros invitados. El grupo Ushuaia Tango, conformado por guitarra, bandoneón y voz, interpretó junto con Mollo el tango Volver ni a palos. Luego, junto con la Banda Municipal le regalaron al público Los ejes de mi carreta y Amor japonés. El final fue a toda orquesta con El arriero, sin dudas el momento más emotivo del show. El concierto transcurrió sin que ocurrieran incidentes, hubo un discreto control policial y un público ocupado sólo en bailar y disfrutar al ritmo de la banda. Mollo, Arnedo y Araujo tuvieron la responsabilidad de dar el puntapié inicial para la versión 2001 del ciclo Argentina en vivo que organiza la Secretaría de Cultura y Comunicación, que tiene como meta recorrer numerosas ciudades el país con músicos de varios estilos. Argentina en vivo continúa el pasado mañana con un recital de las huestes de Juanse, los Ratones Paranoicos, en el Paseo Costanero de Río Gallegos, Santa Cruz.
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