Año CXXXIV
 Nº 48989
Rosario,
sábado  06 de
enero de 2001
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Surfeando a la luz de la luna

¿Vas a creer que todavía no me puse ni uno solo de los seis buzos que mi mamá me puso en el bolso?, comentó entre asombrado y dichoso Juan Melgarejo, de 18 años, venido de Entre Ríos, tirado en bermudas sobre la arena de La Perla. Loco, es la primera vez que puedo estar de noche en el mar, sin morirme de frío. En mi tierra, pasar la noche en la playa, junto al río, es cosa de todos los días, porque el calor te mata; pero en Mardel, es imposible, porque el vientito no te deja en paz. Pero esta vez no hay ni pizca de viento, está bárbaro, como en el Caribe, exageró Juan, y enfiló hacia el agua con su tabla surf. Como él, no son pocos los que, para completar una auténtica noche de playa, se internan en el océano para vivir una experiencia poco habitual, que les permita decir al regreso: Te juro que más no podría haber disfrutado de Mar del Plata.


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