Las elevadas temperaturas de esta semana generaron una nueva costumbre entre los turistas que veranean en Mar del Plata, tal la de darse chapuzones bajo las estrellas e instalarse en la playa, con mesitas y reposeras, a cenar sobre la arena mirando el mar. Esto es insólito. Aquí, por más calor que haga, pasadas las 5 o 6 de la tarde empieza a soplar el viento y más vale te vas si no te querés morir de frío o masticar arena; pero esta vez sucedió algo asombroso, creo que hasta ha hecho más calor de noche que de día. Así, aquí estamos, tomando mate bajo las estrellas, dijo Sonia Casablanca, oriunda de Santa Fe, anteayer a las 11 de la noche.
Algunas horas después, un furioso temporal desalojó a fuerza de agua y viento a los bañistas, pero fue sólo una contingencia que atrasó un día la nueva movida nocturna playera.
Los Muñoz, de San Luis, fueron todavía más prácticos: llegaron a la playa Bristol anteayer a eso de las 22 con una mesita y tres reposeras, un pan lactal en rebanadas, 200 gramos de jamón, otros tantos de queso, una gaseosa de dos litros, un tomate, una planta de lechuga, un frasco de mayonesa y un paquete de servilletas, con el manifiesto cometido de comer sandwiches, justito donde la Storni decía, muy poéticamente, que las anchas playas ciñen el mar. Fuimos al súper y nos preguntamos: ¿para qué encerrarnos en el departamento, donde hace un calor terrible, pudiendo comer afuera y bien fresquitos?.
Escapándole al sol
Marcas de hasta 37 grados durante el día y que durante la noche no bajan de los 25 en los últimos días, hicieron que los turistas, que habitualmente dejan las playas al caer el sol, permanecieran hasta mucho más tarde, inclusive a la madrugada, sin descartar en absoluto la dicha de darse un baño mixto de mar y luna sin salir hecho un cubito, lo cual es toda una novedad en estas latitudes.
En lugares como el paseo Jesús de Galíndez, que se extiende entre Cabo Corrientes y playa Varese (ex de los Ingleses), en todas estas calurosas noches fue común ver cientos de vehículos de todo porte estacionados, la mayoría sobre las veredas .
Los paradores y restaurantes del paseo se vieron indudablemente beneficiados por la ola de calor que invita a los turistas, como nunca antes, a quedarse cuando el sol ya se fue a dormir.
Incluso en algunos de los estacionamientos que hay en la zona, o en las veredas de la mano opuesta a la del mar, no es extraño ver por las noches a algún paseante encendiendo un pequeño fuego para asar carne o chorizos a las brasas, algo que no está permitido, pero que igual se hace.
Los gloriosos picaditos
Las playas céntricas, profusamente iluminadas, aunque sin un policía ni bañero a la vista, han mostrado estas noches a muchos turistas en cueros sobre la arena, o bañándose en un mar calmo, mientras los muchachotes inocentes juegan al fútbol aprovechando el espacio que no hay durante el día.
Esto es fantástico, hace una semana que estamos y no sólo no hemos perdido un solo minuto de sol, tampoco una sola estrella durante la noche, confesaron Sandra y Augusto, oriundos de Capital Federal y habitués de la coqueta playa Grande.
Los tórtolos caminaban anoche a las 23, refrescándose los pies en el mar y saboreando choclos asados a la mostaza, cuyo copyright pertenece a Florianópolis, pero que llegó acá, y se instaló en paradores y quioscos junto a la piña con pajita, por obra de la globalización.
En los tradicionales paseos céntricos marplatenses también se nota una inusual cantidad de visitantes en teatros, cines y café concert, donde la puesta de numerosas obras cubren el abanico de preferencias.