San Juan. - El presidente venezolano Hugo Chávez desestimó ayer en Puerto Rico como cuentos de camino los alegatos sobre sus acercamientos especiales con países que son vistos como hostiles a EEUU. Chávez asistió a la toma de posesión de la gobernadora electa Sila María Calderón. Se han estado montando castillos en el aire, una realidad virtual en torno a las relaciones de Venezuela. Hay muchos cuentos de camino, dijo Chávez en una conferencia de prensa en un hotel de San Juan, poco antes de participar en los actos oficiales de juramentación de la primera mujer electa gobernadora en Puerto Rico. Mencionó como uno de esos cuentos la cercanía que se le ha achacado con el gobierno de Irak. Eso es una realidad virtual... uno se sorprende de leerlo en editoriales, en comentarios de todo tipo, agregó. Repitan ustedes una mentira 100 veces y se la creerán, agregó. Dijo que públicamente se han destacado las relaciones de su país con Cuba e Irak, y se ha dejado de lado los acercamientos que también ha hecho con países como Brasil. La relación con Irak es la misma que tenemos con Arabia Saudita, con Irán o con Argelia, o con Indonesia. Es que somos socios de la Opep, agregó. Dijo que con Cuba la relación estrecha ha sido histórica. Venezuela está obligada a defender sus intereses como lo hace cualquier país, agregó al comentar las actuales relaciones con el gobierno norteamericano y la presidencia del republicano George W. Bush que comienza el próximo 20 de enero. Reiteró que no cree que estén afectadas las relaciones de su país con EEUU y describió al entrante presidente republicano como una persona seria, con el cual espera mantener buenas relaciones. El presidente venezolano ha provocado irritación en Washington por haber forjado relaciones con líderes como Muammar Kadafi, de Libia; Saddam Hussein, de Irak; y Fidel Castro, de Cuba, quienes son vistos como enemigos de EEUU. Igualmente, ha entrado en controversia con la administración saliente del presidente Bill Clinton al criticar duramente el Plan Colombia, un paquete que contempla 1.300 millones de dólares en asistencia estadounidense, cuya parte militar busca acabar con los guerrilleros izquierdistas que protegen las cosechas de estupefacientes en Colombia.
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