Al menos tres incendios continuaban ayer sin control al oeste de la ciudad pampeana de Santa Rosa, que seguía cubierta por una densa capa de humo, cuando ya son casi un millón las hectáreas que han sido consumidas por los incendios forestales en esa provincia desde el 6 de diciembre pasado, momento a partir del cual esta provincia no ha pasado un sólo día sin fuego.
Las estadísticas del gobierno consideran a 1976 como el más catastrófico que se recuerde aquí, con 1.200.000 hectáreas quemadas durante todo el verano. Pero este año, en apenas 28 días, ya fueron consumidas por el fuego unas 900 mil hectáreas, cuando aún quedan por delante los meses de enero y febrero y las previsiones meteorológicas auguran un verano seco y tórrido, con lo cual nadie descarta que los focos continúen reproduciéndose.
Por eso las autoridades ya consideran que el área quemada ya es un récord histórico para la provincia.
Un denso manto gris continuaba ayer ocultando el cielo de la capital provincial, donde el sol se veía como un perfecto disco rojo por efecto del humo. Este fenómeno era provocado por los incendios forestales que consumen desde los montes bajos y los pastizales del oeste provincial.
Desde el alba de ayer, las brigadas de la Dirección de Recursos Naturales intentan controlar tres focos ígneos declarados en la zona más inhóspita del territorio pampeano. El humo satura la atmósfera en un radio de 500 kilómetros a la redonda de Santa Rosa y provoca trastornos en el tránsito de la ciudad y las rutas.
Según la estación local del Servicio Meteorológico, la abundante existencia de humo se debe a un fenómeno conocido como inversión térmica, que provoca el incremento de la temperatura en las capas superiores de la atmósfera. De esta forma, el calor situado más arriba funciona como un tapón, que impide que el humo se disipe.
Los frentes actualmente activos comenzaron anteayer y el primero ya consumió unas 40 mil hectáreas del centro de la provincia, a la vez que avanza sobre campos de Puelches, La Reforma y Santa Isabel; otro afecta un área aún no determinada de Paso de la Maroma, en los departamentos Chalileo y Chical Có, y el tercero arrasa desde las primeras horas de ayer el sur de Limay Mahuida.
A pesar de las extensiones desmesuradas de los siniestros, las pérdidas económicas a causa del fuego son escasas, porque se trata de una región desértica y despoblada, poco apta para la producción agropecuaria.
Los mayores daños resultan de los kilómetros de alambrados destruidos y por las decenas de chivos que han muerto.
Un herido grave
A la vez, los siniestros tampoco han producido víctimas fatales, aunque hace diez días casi se cobran su primera víctima de la temporada, cuando un concejal de La Humada quedó atrapado por las llamas. Ramón Morales, que luchaba contra el fuego en campos cercanos a su localidad, recibió quemaduras graves en el 80 por ciento de su cuerpo y se encuentra internado en estado muy delicado en el Centro de Excelencia para la Asistencia de Quemaduras, en Capital Federal, adonde fue trasladado de urgencia el sábado último.
Las condiciones que derivaron en esta temporada de incendios a repetición se fueron dando durante los últimos tres años, cuando lluvias inusuales convirtieron al desierto pampeano en una pradera, generando un pastizal natural poco frecuente.
Pero al regresar la sequía, el sol abrasador transformó los pastos en un peligroso combustible.
Las elevadas temperaturas veraniegas de la región árida y las frecuentes tormentas eléctricas de esta época provocan una combinación ideal para la gestación de incendios.
Según Héctor Albera, director de Recursos Naturales de la provincia,los turistas que arrojan colillas encendidas o dejan fogones mal apagados, y los productores que realizan quemas controladas para prevenirse de incendios mayores son quienes muchas veces provocan estos desastres.