Hoy es el día clave en el que los médicos en Nueva York decidirán si operan o no al gobernador de Santa Fe, Carlos Reutemann. En caso de decidirse la intervención quirúrgica para corregir el pinzamiento cervical que lo afecta, ésta se practicaría mañana mismo y Reutemann recién estaría regresando a la provincia a fines de enero. Si el nuevo tratamiento al que se estuvo sometiendo en los últimos meses logró mejorías notorias en su columna, la operación se pospondría al menos por seis meses y Reutemann retornaría el próximo fin de semana.
Con el plan que él mismo le anticipó a La Capital, el mandatario se encuentra en la ciudad norteamericana, donde un equipo conducido por el médico rosarino Federico Girardi le realiza los estudios pertinentes que habrán de determinar la decisión ulterior. Los médicos serán los que digan qué se hará confió el gobernador, aunque admitiendo que si se puede lo mejor será estirar la cosa. El Lole se declaró muy tranquilo, por cuanto se trata de un cuadro muy normal, incluso la operación. Conozco gente que se ha operado y está muy bien pero también se mostró esperanzado en que la mejoría que he tenido por el tratamiento permita demorar la intervención.
El infierno tan temido
Acompañado únicamente por su hija Cora y el presidente de la Cámara de Diputados de la provincia, Alberto Hammerly (quien hoy llegaba a Nueva York), el gobernador santafesino espera retornar de Estados Unidos con un alivio duradero al infierno cotidiano que ha sido su vida desde la campaña presidencial de 1999.
Fue durante esa maratón proselitista -como él mismo le contó a La Capital- cuando sufrió un accidente menor: Estábamos en la campaña, durante una caravana en Rosario con (Eduardo) Duhalde y una mujer se acercó para hablarme al Duhaldemóvil, por lo que yo bajé unos escalones, pero al incorporarme pegué con la cabeza contra una baranda de hierro del vehículo.
Ese golpe casual no sería intrascendente. Con el correr de los meses terminó incidiendo y agravando una vieja lesión que ya había sufrido durante su primera gestión volviendo de Rosario, mientras se encontraba estacionado esperando que un semáforo le diera paso en la ciudad de Santo Tomé. En esa circunstancia otro auto embistió desde atrás al suyo, en lo que fue un accidente de poca importancia. El Lole no se preocupó más que por tranquilizar al atribulado conductor que quedó demudado al percatarse que había chocado al mismísimo automóvil del gobernador.
Sin embargo, el impacto le ocasionó un malestar en el cuello que, lejos de desaparecer, se fue intensificando con el tiempo.
Afecto al footing por la Costanera santafesina, los paseos en bicicleta, la práctica de deportes varios y las tareas agrícolas, Reutemann comenzó a experimentar cada vez más dificultades para realizar todo aquello que, paralelo a la función pública, constituía su vida cotidiana. Sumado a un dolor cada vez más intenso e incontrolable.
La vida se ha convertido en un infierno por estos malestares, llegó a quejarse. Y, al estar de los trascendidos, parece que sin exagerar. Se dice que hasta hace algunas semanas (en que comenzó el nuevo tratamiento) la jornada de trabajo en la Casa Gris se le acortaba drásticamente: a partir del mediodía solamente se mantenía en pie en base a calmantes.
Es un dolor tremendo que a veces se me irradia en los brazos, confesó en algún momento para justificar algo que, por todos los medios, sus hombres han tratado de disimular: su cada vez más acotado contacto con la gente. Algo que también lamenta el gobernador. Someterse al habitual tironeo de los saludos en medio de una multitud le resultó poco menos que una pesadilla. Alguna vez intentó, imprudentemente, vencer la resistencia de su cuerpo y agacharse para alzar a alguna criatura y no pudo volver a erguirse sin ayuda ni sufrimiento.
Si hasta llegó a viajar a Rosario con chofer, cuentan en la Casa Gris para graficar la magnitud de los dolores del jefe, que jamás cedería su volante en condiciones normales. La importancia de los dolores eran proporcionales a sus cambios de humor, una aspecto más sufrido por quienes lo han acompañado en momentos en que hasta sus propias pisadas le hacía repercutir el dolor de cabeza. Otros cuentan que el Lole, más de una vez, debió atrasar alguna audiencia oficial para estirarse en el piso, cuan largo es, buscando un alivio pasajero.
Debilitada por sus antecedentes como corredor, los golpes aludidos produjeron en la columna del gobernador una compresión de los discos intervertebrales (la raíz de la tercera y la cuarta vértebra), una lesión que puede corregirse con tratamientos y gimnasias reeducativas de columna pero que, en algunos casos, es necesario someter a cirugía. Una de esas dos alternativas será la que hoy le determinarán los médicos en Nueva York.