Miguel Pisano
"A las novias y a los chicos no hay que llevarlos a la cancha, como dice el escritor y periodista inglés Nick Horns, hincha fanático del Arsenal", narró el Negro Fontanarrosa. "Y tiene razón: seguro que te piden que los acompañes al baño cuando viene un córner a favor", continuó con su típico humor de tablón. Y de sobrepique el escritor cerró la presentación de su libro "No te vayas campeón" con un ejemplo de su propia cosecha: "Cuando Central perdió un partido con Vélez con un gol del uruguayo Julio César Giménez sobre la hora (enseguida varios hinchas le apuntaron que fue en el Nacional del 79, en el arco de Génova y que atajaba el Oso Ferrero), en el que el equipo se había quedado sin piernas por haber jugado varios partidos, a mi mujer, que no le gusta mucho el fútbol, se le había ocurrido que la llevara a la cancha. La cuestión es que cuando salíamos medio golpeados en el Citroën que todavía tengo, Liliana no tuvo mejor idea que cerrar la tarde con una reflexión: «¡Estos de Vélez, qué hijos de puta! Está bien que hayan ganado, pero de ahí gritar ¡Efortil, Efortil"!». "No, Liliana, no decían ¡Efortil, Efortil! decían ¡El Fortín, el Fortín!", remató el Negro, en medio del cerrado aplauso del centenar de futboleros de todos los tiempos que colmaron las mesas del Viejo Sunderland. "El caso de Brisaboa es atípico porque presenta un libro que leyó. En general la presentación la hace un amigo del autor, que no lo leyó, y dice una sarta de ambigüedades. Por eso la idea es que ésta no sea una presentación tradicional sino festejar la aparición de un libro. Para mí no sirven las presentaciones formales como un sistema de venta porque después el libro se tiene que defender solo en la librería contra otras cuatro mil tapas y ahí no está uno para defenderlo. Ahora está la cuestión del libro contra la televisión, Internet y todas estas cosas modernas, así como esa cuestión de tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro. Yo le digo a mi hijo que lea, pero no para que sea un intelectual sino para que se divierta. Si un libro no te divierte, hay que tirarlo", abrió el juego el Negro, en el comienzo de la particular presentación de su última obra, sazonada por glorias del fútbol rosarino de todas las épocas. Y de primera, el Negro cambia de frente y habla del inexorable paso del tiempo: "El otro día me pasó con (el periodista de Ovacion) Alejandro Cachari, que me quedé con la mente en blanco de tantas cosas que uno tiene en el bocho. Es muy feo y por eso el otro día nos reíamos con un amigo: ¿Te acordás cuando hablábamos de corrido? Lo mismo que cuando un amigo fue al médico y tuvo que hacerse una serie de estudios y recordábamos: ¿Te acordás cuando hablábamos de minas?", monologa el Negro en la informal presentación de su último libro, que consta de una serie de notas sobre los principales equipos del fútbol argentino, así como otras escritas a partir de exquisitos detalles observados y atesorados por el narrador. "El libro es un repaso por algunos equipos campeones del fútbol argentino y sobre todo por aquellos que dejaron una huella profunda en el hincha. Y creo que la gente no se acuerda sólo de los ganadores. Yo me acuerdo de una pelota que bajó el cordobés Willington en la cancha de Central y ni siquiera me acuerdo cómo salió el partido. Me acuerdo del gran River de Onega y Artime, que nunca salió campeón. Holanda nunca salió campeón y todos nos acordamos de sus grandes equipos", historia el Negro, apenas interrumpido por alguna acotación de un hincha. "Yo empecé a ir a la cancha con el Rafa y sus dos hijos, Fernando y Alejandro, porque mi viejo jugaba al básquet en Huracán y, aunque le gustaba el fútbol, nunca fue de ir mucho a la cancha. Además, en esa época, llevarme a mí significaría un problema porque me tenía que sacar una platea, que valía unos mangos más", rememora sus comienzos como hincha en la vieja cancha de Central. "Mi viejo jugaba al básquet en la época en que podían hacerlo los bajos, que los partidos salían 12 a 8 y que cuando hacían un doble sacaban del medio. A pesar de todo yo jamás conseguí meter un doble. Y como ellos iban siempre a la cancha, calculo que llevar uno más no les significaba un problema. Fernando vive en Barcelona desde hace años, pero nunca consiguió hacerse hincha de otro club que no sea Central. Alejandro va a ver algunos partidos importantes. Y el Rafa está hoy aquí entre nosotros, por eso les pido un aplauso para él", remató el Negro, en el dibujo más emotivo de la noche, cuando el hombrecito de traje gris saludó tímidamente entre las mesas que nunca preguntan, entre una súbita y dulce lluvia de lágrimas veraniegas.
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