Mauricio Maronna
El presidente Fernando de la Rúa ingresa a su despacho con una media sonrisa dibujada en su rostro. Cruza un par de bromas con La Capital, elige uno de sus sillones preferidos y se dispone a repasar lo que fue su primer año de gobierno. Hace una sorprendente autocrítica sobre los cambios de gabinete que derivaron en la renuncia del vicepresidente Carlos Alvarez, dispara sin piedad contra su antecesor, Carlos Menem, reconoce que debió haber removido antes a algunos funcionarios (en lo que parece un tiro por elevación hacia Rodolfo Terragno) y lanza un mensaje optimista sobre el devenir inmediato: Lo peor ya pasó. -¿Cuál es el trazo grueso del primer año de su gestión? -Empiezo con un deseo: que el país crezca más para poder combatir la pobreza y generar empleo para todos. Me encontré con un país muy empobrecido y con un enorme déficit. Nadie debe olvidarse de que a partir de ahí empezamos con la lucha. Asumí en medio de un tiempo difícil, no pude hacer milagros en un año ni arreglar los problemas de inmediato. -¿El ajuste y el impuestazo fueron la mejor manera de empezar? -Las medidas que tomamos eran inevitables, las únicas posibles: bajar el gasto público, reducir el déficit y aumentar impuestos a las ganancias de quienes ganan más. Hubo mucha impaciencia, se encargaron de sembrarles el pesimismo a los argentinos, de atacar a mi gobierno y profundizaron la actitud depresiva de muchos. Eso demoró la reactivación del mercado interno. Ahora, con un gran esfuerzo, fuimos cumpliendo con la ley de responsabilidad fiscal para tratar de acotar el gasto público. -Entonces no se arrepiente de haber impulsado esas medidas... -Las medidas fueron las necesarias. Tuvimos una buena respuesta en el mundo cuando salimos a pedir resguardo, garantías. El país necesitaba y necesita financiamiento y salió el blindaje, que es un signo de confianza hacia nuestra economía. -¿Alcanza con el blindaje? -Ahora lo que tenemos que generar es confianza desde adentro. En la Argentina quedan pocos grandes grupos empresarios, se desnacionalizó la economía... El empresariado debería tomar un mayor compromiso con la inversión. Voy a ser claro: hacen falta confianza e inversión. Con la inversión llegará el trabajo. Además, si el Congreso se decide a aprobarlo, el plan de infraestructura generará empleo para todos. Cuando llegué al gobierno la crisis se había apoderado de muchos sectores. La situación no es el resultado de nuestras políticas, así estaba el país... El campo, el transporte y otros sectores han mejorado desde nuestra llegada. ¿Usted notó el pesimismo con el que se hablaba a principios de año? -¿Era exagerada esa sensación? -Y... Hablaban de empresas que se iban... Al final esto resultó una exageración destinada a deprimir a la gente. Ahora se habla de que mucha gente se va del país. Eso es mentira... Fue un año de mucho esfuerzo y lo peor ya pasó, esto es lo importante. Veníamos de una recesión de tres años y los efectos inerciales duran. -¿Puede anunciarles a los argentinos el fin de la recesión? -Confío en que con el blindaje recuperamos la confianza, se mueva la inversión y se recupere la economía. Esto deberá trasladarse al mercado interno. Hay un muy buen síntoma: de mayo a octubre, el desempleo disminuyó. Significan 300 mil puestos de trabajo más. El blindaje es una plataforma fundamental para el crecimiento, yo veo que vamos para adelante y que vamos a tener un desarrollo espectacular. El 2001 será muy bueno. -Presidente, teniendo en cuenta la crisis política que derivó en la renuncia de su vice, ¿en qué se equivocó?, ¿cuál es su mea culpa? -La crisis no fue más grave que otras que se produjeron en gobiernos anteriores... Es cierto que la noche previa a los cambios en el gabinete debimos haber tenido un diálogo más franco con Alvarez sobre los cargos para que eso no influyera en la renuncia. Debí haber dejado más en claro que la acción que compartimos con Alvarez en el Senado la llevábamos adelante en conjunto. Lo que pasa es que Chacho era presidente del cuerpo, el vocero principal. Pero la lucha contra la corrupción era y es una prioridad de mi gobierno. Y además, lo reconozco, no advertí que debía haber cambiado antes a algunos ministros. -¿A quiénes? -Al que actuó para sí y no para el conjunto, resintiendo la tarea de equipo. Haga su composición de lugar y no me pida nombres... -¿Ese gabinete no funcionaba? -Funcionaba armónicamente, pero algunos retaceaban su contribución para un proyecto común. Y todo gobierno es un proyecto común con disciplina y solidaridad. -Está claro que hoy usted habría actuado de otra forma. -Uno piensa que estaba funcionando bien, pero cuando hice los cambios me di cuenta de que se podría haber funcionado mejor. Pero eso se sabe después de la experiencia... -¿El blindaje se traducirá en alivio para la gente que está desesperada por la falta de trabajo? -Sí. Pero no es que se vaya a repartir la plata, es una garantía para que baje la tasa de interés, se dinamicen los créditos y la economía se mueva. -¿Cuál es el objetivo de máxima de su gobierno? -Bajar los índices de desempleo. Necesitamos poner en marcha la economía con un desarrollo consistente. En los años de Menem hubo crecimiento, pero de la mano de una situación mundial favorable y con la venta de todos los activos. Menem nos dejó como vinimos al mundo, no hay nada que vender ni nada que cubra el déficit, más allá del esfuerzo propio. -Menem dice que a usted le falta liderazgo y que está conduciendo al país al abismo. -Menem lideró las condiciones del desastre. Llegamos a fines del 99 con más de diez mil millones de déficit, quince por ciento de desempleo y diez millones de pobres. Ese fue el liderazgo de Menem.
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