Carecía sencillamente de sentido del tiempo, no podía recordar frases sencillas, debían filmarse hasta cuarenta o cincuenta veces por sus errores, ¡pero cómo brillaba Marilyn en la pantalla, cómo la hizo brillar Wilder! Y si no ¿dónde estuvo más bella, y atractiva, y simpática, y deseable, que En la comezón del séptimo año o en Una Eva y dos Adanes? Y aunque Wilder dijo cosas desagradables sobre ella también llegó a afirmar, con esa justicia que otros no tuvieron con ella, que era una grandísima actriz y que más valía Marilyn tarde que la mayoría de las demás a hora. Por otra parte, aunque el propio Robert Stephens, protagonista de La vida privada de Sherlock Holmes, afirmó que su intento de suicidio se debió a una serie de problemas, lo concreto es que la leyenda sostiene que fue consecuencia directa de haber tenido que trabajar bajo las órdenes de Wilder. Hiperkinético, el cineasta lograba enfermar a quienes no lo conocían. Raymond Chandler (coguionista de Pacto de sangre) sostuvo que trabajar con Billy fue una experiencia agónica. Otro coguionista, Charles Lereder, declaró: En cuanto al tipo de cirugía que consiste en despellejar tres cuartas partes de una persona, reconozco que no estoy en condiciones de competir con Billy. Otros, en cambio, como Jack Lemmon o Walter Matthau, se sentían felices y reconocidos por trabajar con Wilder.
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