La familia de Virginia Tola -su madre, su padre y sus dos hermanas- vive en Santo Tomé y todos se turnan para acompañar a Virginia en las giras en el extranjero. En mi infancia estuvo todo bien -recuerda-, pero me sentía un poco extraña y diferente al resto. A los 12 años mi cuerpo medía lo que hoy mide pero pesaba más. Me sentía algo torpe. Además, tenía bien claro qué quería ser y eso no siempre es del todo bueno. Lo sufrí bastante en la adolescencia, cuando los amigos van a bailar, cosas que a mí no me interesaba pero iba lo mismo. En mi cabeza sólo cabía el pensamiento de poder ingresar al Colón. Esa sensación de extrañeza se acentuó cuando terminé la secundaria y mis amigas empezaron a estudiar en la universidad. Yo, entonces, pensaba: dentro de seis años una va a ser abogada, la otra médica... ¿y yo qué voy a ser, cantante lírica? Era una cosa muy en el aire. Desde entonces la cantante aborrece la soledad del artista. Los cantantes van solos a todos lados -dice-. Yo no puedo, no lo soporto. Necesito la contención de alguien muy cercano, ya sea un familiar, una amiga o mi novio, más que nada cuando viajo al exterior.
| |