José L. Cavazza
Junto a la Orquesta Sinfónica Provincial local, la soprano santafesina Virginia Tola canta hoy por primera vez en Rosario. El concierto se realiza a las 21, en el Monumento Nacional a la Bandera. Tola ganó en 1999 el primer premio en el Concurso Internacional de Canto Reina Sonja de Oslo, Noruega, una de las competencias más importantes de Europa. Además, la Asociación de Críticos Argentinos la eligió como la artista revelación del canto lírico. Pero lo más importante en su carrera es haber logrado el padrinazgo artístico de Plácido Domingo. Concierto que da, concierto que me llama, dice la joven cantante que tiene actuaciones contratadas hasta el 2002 gracias al tenor español. -¿Qué fue lo que te impulsó a cantar, y por qué elegiste el canto lírico? -Hasta donde llega mi memoria siempre dije que iba a ser cantante, Quiero decir que no fue que un día me desperté, descubrí que tenía una buena voz y entonces decidí ser cantante. Se fue dando solo, como también lo del canto lírico. De chica cantaba en el coro de Santo Tomé y lentamente fui dándome cuenta que me sentía más cómoda cantando este tipo de música, estilo que, además, tiene que ver más con mi personalidad. Yo no me iba a largar a cantar algo que no se aprende en algún lugar. Quiero decir que no hay una escuela que te enseñe a cantar rock, por ejemplo. Creo que lo más correcto era seguir estudiando. -¿En tu casa se escuchó alguna vez ópera? -Jamás. Lo del canto lírico surgió exclusivamente de mí, porque me gustaba y también creía que era el camino más tranquilo, donde yo iba a estar más contenida porque iba a ir a un instituto. Yo de chica jugaba a cantar y a todos mis amigos los convertía en un coro. Era muy cómico, porque a veces se aburrían. La cuestión de la ópera se dio porque yo tenía una necesidad de aprender cada vez más, entonces empecé a tomar clases particulares a los 13 años y sin darme cuenta comencé a meterme en la carrera. A los 18 años viajaba a Buenos Aires todos los miércoles a tomar una clase. Todo para poder ingresar al teatro Colón, que eran siete pruebas muy difíciles, todas eliminatorias. De sesenta, entré número uno. A partir de ahí mi familia se tranquilizó un poco y se dio cuenta que la cosa iba en serio. -¿El mundo de la lírica es muy aburrido? -Soy una cantante lírica pero no tengo nada que ver con el entorno de la lírica. No tengo un amigo cantante. Intento preservar la normalidad y entonces trato de no estar todo el día metida en el mundo de la lírica porque temo aislarme del mundo. Por ejemplo, mi novio estudia abogacía, y eso me parece fantástico. Entonces, no sé si es aburrido el mundo de la lírica porque nunca pertenecí a él. -¿No sos de las que escuchás óperas todo el día? -No, escucho también la música de FM que consume una chica de 24 años. No me preguntés nombres porque no los sé. El rock pesado no me gusta. Soy de Santa Fe y por lo tanto escucho cumbias. Estoy más relajada que en mi época de adolescente, me siento mejor. -¿La técnica del canto lírico puede transformarse en una barrera para el caso en que vos quieras algún día interpretar música popular? -Eso me decían cuando era chica: Te vas a dedicar a la lírica, mirá que después no podés volver atrás. Yo también me lo pregunté alguna vez. Hoy, sinceramente, no me interesa cantar otra cosa. Es cierto que si yo quisiera cantar al estilo Silvina Garré no me va a salir. No voy a poder cantar rock and roll. -¿Cuándo se dio el gran salto en tu carrera? -A partir de 1999. Hasta el año pasado tuve un perfil muy bajo. No me presentaba en audiciones ni canté mucho en Buenos Aires, porque traté primero de alcanzar un buen nivel. Esa fue mi política. El año pasado hice El barbero de Sevilla en el teatro Avenida de Buenos Aires con bastante éxito. Fue un poco el sentirse descubierta. Luego me fui a Noruega, donde fue mi primer concurso, y gané. Una gran sorpresa. Eso me llevó a diferentes cosas: una de las cantantes que integraba el jurado escribió un artículo en una revista de música clásica donde dedicaba buena parte del escrito a hablar de mí; ese artículo llegó a manos de Plácido Domingo y él me quiso conocer. Viajé junto a toda mi familia a Nueva York. Plácido me escuchó y me propuso trabajar con él. Este año fui al concurso de Domingo, gané tres premios... -Una especie de padrino artístico. -Seguro. Me dijo: Yo quiero tratarte como si fueras mi hija. Marta (la esposa de Domingo) y yo te vamos a guiar como si fueras nuestra hija. Concierto que da, concierto que me llama. Canté en Los Angeles y Washington. Estoy muy agradecida. Todos los contratos que tengo hasta el 2002 es gracias a él. Y eso es más que un consejo, porque te está diciendo vos tenés que ir por esta línea. Desde el primer concierto que canté con él, que fue en México, se dio una conexión maravillosa. En Washington estuve en los Kennedy Award, premio que este año se lo dieron a Plácido, y él me eligió para que yo vaya a hacerle el honor, es decir a cantarle. -¿No tenés miedo de que busquen tentarte con papeles inadecuados para tu juventud, teniendo en cuenta los buenos negocios que se tejen alrededor del canto lírico? -Gracias a Dios tengo a mi maestra de canto, Ana Celulini, que me sugiere esto sí, esto no, y además lo tengo a Plácido que me ha aconsejado muy bien, y además creo que conozco bastante bien mis propios límites. -¿Es cruel y competitivo el ámbito de la lírica? -Sinceramente, yo tuve la suerte de no competir nunca. De todos modos, creo que en los primeros planos es muy competitivo. Me siento como que estuviera en una caja de cristal y entonces no tuve que pelear tanto... ya veré qué sucede cuando tenga que salir. Además no creo que sea tan buena, pero tuve la suerte de que Domingo me apadrine. Entonces, con quién voy a competir, para conseguir qué cosa. -¿No serás vos una nueva causa de división santafesina? ¿José Cura en el sur y Virginia Tola en el norte? -No, creo que no. Más bien es Cura en el mundo y yo asomando mi cabecita, apenas. ¿No? Es más, cuando una vez lo vi en televisión me inspiró bastante confianza en seguir con la carrera, porque estaba viendo a un santafesino que había llegado a los primeros planos de la lírica mundial.
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