Se parece a otras partes del mundo: bosques, campos, caminos, casas y arroyos claros. Pero las alambradas, los anuncios que advierten de la radiación y los puestos de control alertan a los visitantes que están a punto de entrar en un mundo diferente. El lugar es conocido como la zona, término tomado de una novela soviética de ciencia ficción escrita por los hermanos Strugatsky 10 años antes del accidente en la planta nuclear de Chernobyl, en abril de 1986.
Como en lugar en que aterrizaron los extraterrestres en la novela, la zona alrededor de la planta poco difiere del resto del paisaje. Pero los ríos, la tierra y los árboles están contaminados por la radiación. Una mirada cuidadosa revela que las casas de madera en realidad son estructuras abandonadas hace 14 años, que están desmoronándose.
Aproximadamente 800 guardias impiden el ingreso a esta zona de unos 30 kilómetros de diámetro que rodea la planta de Chernobyl y que absorbió la mayor parte de la radiación tras la explosión y el incendio de 1986. Cubre 2.200 kilómetros y en ella vivieron unas 120.000 personas en 90 poblaciones y ciudades pequeñas.
En un campo al aire libre, hay cerca de 1.400 vehículos y aviones que sirvieron en la limpieza de Chernobyl. Están contaminados y oxidados.
Los bosques están repletos de moras, hongos y animales, incluyendo variedades exóticas de animales como los caballos Przhevalsky que vienen aquí a pastar en una de las mayores fuentes de contaminación.
Pueblo fantasma
Pripyat, que fue una vez la mayor ciudad del área donde vivían cerca de 48.000 personas, es ahora un pueblo fantasma donde edificios de apartamentos todavía ostentan lemas del Partido Comunista. Alambradas electrificadas anuncian al visitante la cercanía de la planta de Chernobyl.
En una de las esquinas del complejo está el reactor número 3, el último en funcionamiento y que ayer fue clausurado definitivamente. El otro reactor, el número 4, está enterrado bajo 1,1 millones de toneladas de escombros. Ningún ser humano puede acercarse sin morir por la radiación.
Un ladrillo que cayó recientemente de una chimenea en ese lugar emite 200 roentgens por hora, un nivel mortal de radiación. Tras la zona, está el Bosque Rojo, cuyos árboles quedaron tan dañados por la radiación que parecen teñidos de rojo. La mayor parte están muertos.