Mauricio Maronna
¡Qué zapatazo nos metió ese pibe Bernardi!, exclama Raúl Alfonsín, furibundo hincha de Independiente de Avellaneda, mientras la combi que lo traslada se desplaza desde el aeropuerto de Fisherton hacia el comité departamental de la UCR. Cuando la entrevista con La Capital termina, el patriarca del radicalismo parece querer dejar de lado los temas de la coyuntura e internarse en cuestiones menos espinosas. De excelente humor -el que luego perdería tras un par de preguntas en una tumultuosa conferencia de prensa-, Alfonsín cruza bromas con René Bonetto, Héctor Arteaga, Pablo Javkin, Nelson De Lajonquiere y Luis Changui Cáceres, aunque prefiere resguardarse en un prudente silencio cuando el eje de los chascarrillos pasa a estar dominado por el mediático romance Menem-Bolocco. Antes, el ex presidente había hablado de todo y de todos: descree del ingreso de Domingo Cavallo al gobierno, se entusiasma por su reciente reunión con Carlos Alvarez y parece implorar por la aparición en escena de una nueva etapa del gobierno aliancista. Hay que dar una batalla cultural, desafía. -¿Le sorprende la estrepitosa caída de imagen del gobierno? -Hay desencanto en la gente, es algo que suele suceder en el primer año de gestión. Cuando yo asumí se pensó que resolvería los problemas de inmediato. Ahora, después de 10 años de política neoliberal, se produce una inercia que se traduce en lo siguiente: hay un lapso demasiado prolongado entre el anuncio de las medidas y las consecuencias a nivel de la gente. -¿Se reunió el jueves con Chacho? -Sí. Mantuvimos una conversación en mi casa, no fue una cena como publicó hoy (por ayer) un diario. Coincidimos en fortalecer y ampliar la alianza con el trabajo y la producción y lograr que muchos sectores que discrepan con el gobierno en medidas puntuales, apoyen al Ejecutivo cuando se trata de políticas de Estado. La Alianza es una construcción estratégica y no electoral. -El PJ dice lo contrario: que se unieron solamente para desalojar al menemismo. -No. El gran desafío es ganar la batalla cultural. Hay que derrotar a los que quieren hacernos creer que las concepciones de derecha son las que dan soluciones, a los que quieren instalar el discurso único neoliberal, el fundamentalismo de mercado y la democracia elitista. -Pero cada vez hay más voces que hablan de una inminente aparición de Cavallo en el gobierno. -Ni Cavallo quiere entrar al gobierno, ni el gobierno quiere que entre Cavallo. Yo creo en la teoría de los núcleos concéntricos... -¿Cómo se traduce eso? -Hay un núcleo donde estamos los que pensamos muy parecido o igual, eso es el gobierno; y luego hay un pacto democrático, que es un círculo periférico, en el que tienen que estar todos los argentinos que quieran aportar ideas. -¿Es verdad que Chacho no respondía a sus llamados? -Alvarez es muy claro. Está preocupado igual que todos por la necesidad de crecimiento. Se inicia una nueva etapa y el blindaje nos ofrece una nueva oportunidad para arrancar de una buena vez. -¿No hace falta también que los sectores progresistas construyan un blindaje político de la Alianza? -Creo que ese blindaje está logrado... Chacho está muy conectado a lo que yo vengo diciendo. Alvarez va a tener peso en el gobierno y su aparición y dedicación es necesaria para solucionar los problemas. -¿Está de acuerdo con la división del Ministerio de Economía? -Puede ser la división de Economía o la creación de una Agencia de Inversiones... -¿Le queda resto al gobierno para desplazar el creciente malhumor de la sociedad? -Empieza una nueva etapa y las políticas sociales se van a incrementar. Pero la solución pasa por el crecimiento de la economía y el avance social. La gente no debe olvidar los tremendos problemas que encontró la Alianza. El déficit que se había anunciado resultó ser la mitad del que fue, tuvimos que negociar con el FMI para admitir otros números, la deuda externa limitó la capacidad de decisión nacional y teníamos vencimientos por 20 mil millones de dólares. Hay que reconocer que Machinea fue eficaz para negociar esas cuestiones, pero este año estuvo dedicado a disciplinar la economía. Queda pendiente lo fundamental de este país: el pacto social. -¿Será candidato a senador? -No tengo muchas ganas. Me gustaría seguir siendo presidente del comité nacional, ayudando en las provincias. No me seduce dedicarme exclusivamente a tareas parlamentarias. -¿Se arrepiente de haber dicho que una de las tragedias de la Argentina es la convertibilidad? -La convertibilidad fue y será una trampa, a la que es fácil entrar pero muy difícil salir. Es una trampa que puede conspirar seriamente contra la producción. -¿Hay algún mensaje esperanzador para la gente? -Creo que sí. El gobierno logró poner las cosas en orden. Ahora tenemos que dedicarnos a lo que queremos: dedicar nuestra vida a solucionarles los problemas a los que menos tienen.
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