Graciela Borges será la estrella de Fiebre del Senado por la noche, el nuevo espectáculo de Nito Artaza y Miguel Angel Cerruti. No es un trabajo del que pueda hablar mucho, dijo la actriz y aclaró que su rol no consistirá en aparecer coronada de plumas: No soy vedete. Haré lo que sé hacer con respeto, añadió. Es la primera vez -confesó Borges durante una charla con Escenario- que, aunque hice otras cosas placenteras, encaro algo que tiene el sello de la alegría. ¿Viste cuando uno va a un sitio donde la pasa realmente bien?. Bueno, es un placer hacerlo y estoy muy contenta con mi elección. -¿Cuál será tu trabajo en Fiebre del Senado por la noche? -No es un trabajo del que pueda hablar mucho. Creo que la sorpresa está en lo que respecta a mi desempeño y a lo que todo el mundo considera como un show bien diferente porque (Nito Artaza) llamó para esto a personas que hacen cosas bastante especiales. Reina (Reech) está haciendo una coreografía con unos bailarines espléndidos, mujeres y varones. -¿Del drama a la revista? -Vi sólo dos sketches que preparan Cerruti y Artaza que me parecieron muy graciosos. Pero fuera de esto, por el baile y la coreografía, yo no diría que es una revista. Aunque me parece que es un buen género desde principio de siglo y que hicieron Tita Merello, Pepe Arias, Niní Marshall, los grandes del espectáculo. Creo que esto será como esos shows de Broadway, y me parece que lo están haciendo muy bien, y lo mío no se puede explicar, de verdad, de corazón... -¿Cómo te llevás con el resto de elenco? -Encontré que fue todo muy placentero. No estaba temerosa porque yo en general soy alguien que se lleva muy bien con la gente por razones obvias: primero porque son compañeros y aparte porque me gusta la gente. Estoy encantada con Karina Mazzocco y con Cecilia Oviedo, la mujer de Nito... son dos encantos. Aunque hice otras cosas que fueron placenteras en teatro, es la primera vez que hago algo que tiene como sello a la alegría. ¿Viste cuando uno va a un sitio donde la pasa realmente bien? Bueno, es un placer hacerlo y estoy muy contenta con mi elección. -¿Vas a bailar también, con plumas y todo el equipo? -Ah... es todo sorpresa... ¡No... muy poquito! Yo no soy ni bailarina, ni voy a cantar, ni hago strip tease, ni soy vedete, entonces tengo que hacer con respeto lo que yo se hacer. No soy Fred Astaire, no voy a ponerme arriba de un escenario en esa situación. Lo mío es todo parecido a Graciela Borges en ese aspecto. -La incursión en un género como el humor es inédita en tu carrera. -Vos sabés que yo siempre tengo unos personajes, realmente, en general, duros: o se mueren o tienen una enfermedad que lo ponen a uno absolutamente desconsolado, con enfermedades que atentan contra la vida, por no decir terminales porque terminales somos todos, pero que la pasan muy mal. Son personajes que he adorado, sin dudas, pero en este año murió mi madre, seis meses antes se murió mi padre, tuve la sensación de que estuve demasiado envuelta en negro ¿no?... Encima tengo un dolor en la pierna por un quiste sinobial en la columna... Se hizo muy duro todo este tiempo y estoy muy contenta con haber hecho esto. -Que le trajo un poco de blanco a tu vida... -¡Claro! Pero como soy tan honesta, te cuento al fin del verano que tal me fue. -¿Qué balance hacés de tu participación en Primicias? -Me gustó mucho. Me pareció que, primero, lo bueno fue decidir hacerlo. Esto quiere decir: estar metida en una tira y que no parecía eso porque era casi como un ejercicio cinematográfico porque ellos filman muy bien. Siempre había cambios en el libro, había mucha improvisación en todo y me resultó bien, a pesar de que ya estaba con estos dolores tan fuertes de la pierna. Salí muy contenta. No vi todos los capítulos porque estaba filmando cuando estaban en el aire, pero me los dieron y soy dura para ver cosas mías. -¿Cuál es tu autocrítica? -Soy muy autocrítica, mía y de la gente que amo también lo soy mucho, mucho, mucho... demasiado... Pero me dio placer. Eso fue una buena cosa este año. Y también me gustó hacer La ciénaga, una de las películas que va a ser importante en la historia del cine y que fue premiada en el Festival de Sundance. -¿En qué perfil está ese personaje de La ciénaga? -Bueno... alcohólica. ¡Con razón tenía que salir de tanto negro! Una mujer que se va quedando en la cama. Un personaje muy terrible. Fue glorioso hacerlo. Me encantó trabajar con Mercedes Morán, y no te digo nada de los actores salteños. Me sorprendió verlos. El otro día ví una función privada. Me quedé cinco minutos y me fui para pensar sola en un bar porque me excedió. Me pareció fenomenal la película... Hace tiempo que no voy a una privada de algo que esté tan involucrada y que esté tan feliz. Creo que Lucrecia Martel sí lo sigue haciendo, tiene una carrera por delante. -Esta incursión en el teatro con una obra de humor ¿es también un intento de cambiar ese perfil de actriz dramática? -No, porque también hice cosas parecidas a la comedia. Cartas de amor, sobre todo hasta la mitad es algo que está bastante arriba. Yo no quiero cambiar nada. Yo quiero caminar y encontrar siempre cosas nuevas porque así es como se conoce. -Vos trabajaste en televisión con Alejandro Doria, María Herminia Avellaneda. ¿Hay algo que se pueda comparar hoy en televisión con aquel nivel de producción? -Los extraño, la verdad, mucho, mucho, mucho... Pero, sí, hay mucha chatarra, pero hay algunas cosas de mucha calidad, como Por ese palpitar. Creo que el talento ocupa su lugar natural. Creo que ellos (Doria y Avellaneda) han sido personas enormes dentro de lo que es la dirección de televisión, inclusive de cine. Fueron formidables. Pero creo que hoy hay cosas muy buenas. -¿Volverías a una tira? -A una tira en este momento no podría, pero en otro, según qué libro. También me parece que es un modo de exigirse muy terrible, hay que levantarse muy temprano, aprender la letra de noche... más allá de los resultados, que en Primicias fueron muy buenos. Pero ¿sabés qué?, con honestidad, no sé si resistiría un año. No está en mi naturaleza.
| |