Año CXXXIV
 Nº 48964
Rosario,
domingo  10 de
diciembre de 2000
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El rostro oculto de los rumores
Jorge Halperín presenta "Mentiras verdaderas"
La obra sondea en los reflejos culturales de la mitología urbana argentina y sus mecanismos de propagación

Orlando Verna

Ratas asesinas comemascotas, bebés al horno, mujeres desparramando sida, muertos que vuelven a la vida, cabecitas negras haciendo asado con parquets, ladrones de órganos, vaginas dentadas, penes seccionados o sexo con trágico final conviven en el mundo inverificable de las leyendas urbanas. Historias de construcción colectiva y anónima que identifican a las sociedades que las propagan y que se transformaron poco a poco en una preocupación para el reconocido periodista Jorge Halperín, quien compiló un centenar en su libro Mentiras verdaderas: 100 historias de horror, lujuria y sexo que alimentan la mitología urbana de los argentinos. Un trabajo sin fin que, según el autor, no buscó confirmar los acontecimientos sino comprender sus mecanismos de difusión y las operaciones simbólicas que ocultan.
-¿Por qué un periodista se pone a correr atrás de rumores y no de certezas?
-Cuando me empezó a llamar la atención que me contaran historias inverificables todavía no era periodista. Pero después como profesional empecé a ver que existía un choque con, quizás, la premisa principal del periodismo: toda información debe ser chequeada antes de ser publicada. Y lo que más me interesaba era que la gente contaba historias poco creíbles sin verificarlas, sin tomarse el trabajo de averiguar si eso que contaban era verdad. En ese momento comenzaron las preguntas y la investigación. Me di cuenta de que los periodistas trabajamos con una herramienta paradójica que es el rumor, o sea, una información incierta. Sin embargo, sin rumores el periodismo no existiría. Si el periodismo dependiera exclusivamente de lo que dicen las instituciones y los protagonistas acerca de los hechos, nuestro trabajo se convertiría en propaganda y no en periodismo. De manera que el rumor es una herramienta básica que permite hacer los primeros abordajes cuando está faltando información precisa.
-¿Qué relación existe entre un rumor inicial y una leyenda urbana incorporada al seno de una sociedad?
-El género de las leyendas urbanas es primo hermano del rumor. No adhiero a la posición de algunos de que todo es rumor. Hay diferencias, entre ellas, la posibilidad cierta de verificación y el horizonte temporal de propagación del rumor. Por ejemplo, aquel rumor que dice que Alfredo Yabrán no estaría muerto y estaría riéndose de nosotros en una playa del Caribe podrían ser fácilmente verificables si existiría la voluntad política de hacerlo. Por lo tanto, el horizonte temporal de estas versiones es angosto. Pero aquel otro rumor de un hombre que se atragantó con un huesito de rata en un restaurante chino, que algunos dicen que es tal y otros dicen que es cual, es una información que no se puede chequear. La leyenda urbana entonces tendría un horizonte temporal más amplio, menos inmediato. Además, la mayoría de ellas no se refieren a personajes públicos, sino a personaje arquetípicos, un señor, un amigo, un vecino. Entonces no se pueden verificar. Claro, después entendí que eso era imposible de hacer, que no se podía conocer la fuente del rumor.
-¿Qué están diciendo realmente las leyendas urbanas?
-Las sociedades se conforman sobre un sistema estable de intercambio de bienes materiales y simbólicos. Y ellos pueden encontrarse combinados o solos. Si todos los argentinos se convencen mañana de que De la Rúa organizó el pago de sobornos (en el Senado por la ley laboral), aunque esto no sea cierto, mañana se desata una crisis de gobernabilidad. Es decir, la instituciones están sostenidas en una trama de creencias que tiene que ver con la confianza, con prejuicios a favor o en contra. Toda la sociedad está cruzada por operaciones simbólicas. Entonces, las leyendas urbanas son historias de construcción colectiva y anónima que la gente hace circular para realizar diferentes operaciones simbólicas. Si lo que importa no es la verdad, entonces lo que importa es el mecanismo que, según el tipo de historias, reflejan las ansiedades de la sociedad, sus miedos, sus formas de aceptación o rechazo. La leyenda urbana es el resultado de esas angustias. No es que la gente miente deliberadamente, se expresa a través de ellas.
-A veces existen varias versiones de un mismo hecho, ¿por qué?
-Esa es otra característica esencial. Las leyendas urbanas funcionan como el juego del teléfono descompuesto donde cada uno le impone una variante personal. El primero dice una cosa y la versión que le llega al último siempre está deformada. Debido a los prejuicios de cada uno, hay un ejercicio de deformación que tamiza lo escuchado, pero además el grupo va haciendo una adaptación permanente de lo dicho para instalarlo en un tiempo y un lugar determinado. Entonces pude advertir que las leyendas urbanas circulan todo el tiempo en la sociedad y en todas las sociedades.
-¿Hay entonces leyendas que dicen del ser humano en general?
-Yo conseguí reunir más de cien historias y pude ver que se repiten en varios países del mundo, con sus variantes. Las historias sobre el sida y sobre las mujeres bonitas que hacen dedo son universales, están en Noruega, Finlandia, Sudáfrica, Australia, Estados Unidos, en México han hecho una película que se llama Bienvenido.
-¿Si no pudo verificar las historias cuál es la conclusión del libro?
-No hice el libro para refutar las leyendas, lo que a mí me interesa son las operaciones simbólicas y qué se esconde detrás de ella. Saber por qué, qué necesidades hay, en qué situaciones se activan esas operaciones, qué verdad nos están diciendo de manera oblicua, qué hay de latente en las leyendas.



Halperín trabaja con relatos que no se pueden verificar.
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