-¿Cómo escribe? -Por supuesto no hay ni una normativa ni una organización. Todo es imprevisible. Necesito además cierto estado de ánimo, cierta paz espiritual para sentarme a escribir. Y tener algo que decir. Muchos preguntarán qué significa tener algo que decir. Eso es materia conjetural y discutible. Escribo, en fin, inorgánicamente. -¿Hace descubrimientos inesperados al escribir? -Cómo no, claro. A veces se trata de alguien que está dictando a otro. Es un mecanismo habitual. Tampoco eso quiere decir que yo me quede pasivamente y espere que se presente una imagen. El mecanismo de toda creación es siempre secreto. Si conociéramos sus normas, todos escribirían obras maestras. -¿Qué significa no cambiar la música de lugar, como afirma en Poética? -Es la actitud de la poesía frente al mundo: lo que es, es ya poético. Entonces cambiarlo de lugar sería modificar su sentido. Esta silla es una silla y su destino es el de ser una silla. Y la poesía tiene que mantener la mirada en esa condición. Por supuesto que esto es una idea subjetiva sobre cómo debe practicarse la poesía. Ahora, el uso de la metáfora también puede significar llamar a las cosas por su nombre. La metáfora, por supuesto, es uno de los grandes recursos de la poesía. Incluso funciona en la conversación cotidiana; esto es un lugar común. Quiero que insistas en que es un lugar común: soy un sujeto obvio (risas).
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