El dentista El dentista es fanático de Mozart. En el consultorio, la música en la / casetera es un universo continuo a la sordina. El terror es desmentido con esa / dignidad. Simpatiza con sus pálidos pacientes y mientras prepara aguja y jeringa acompaña y confirma los acordes con un silbido enamorado y creador: él también compone su Mozart. La anestesia acorrala el dolor hasta la entraña del hueso y cuando arranca la muela muerta, la / música parece oscurecer en un caos. Pero el gusto a sangre en la boca despide la podredumbre y el oído se entrega a la finalidad de un auténtico destino. jjjj Perro y amo Con el último estertor de mi vecino su perro aulló pues había amado lo suficiente para no creer en la vida / eterna. Vivían solos del otro lado de la pared y desde mi agujero escuchaba sus ruidos inexplicables. Compartían la vejez y un mortecino / abatimiento. A veces los encontraba en el ascensor cuando salían a la calle como para probar el paso de los días. El perro murió poco después para no desmentir la lógica de una causalidad emocional: pero amo y perro no tuvieron la misma / tumba y cada uno bajó a la suya, en demanda de una sola y triste necesidad. jjjj La batalla La manada policial había bloqueado las calles laterales. Una operación / mental tácticamente correcta y fría. Pero en el / tumulto vibraba un núcleo incandescente donde se decidían las cosas con puños / alzados, alaridos, blasfemias y razones coléricas. Volaron llamas, escupitajos, / mamposterías, vidrios pulverizados, bulones: el / lenguaje encarnado de gente que sabe lo que / quiere en tiempos miserables. La multitud / onduló jadeante y ciega al estallido del gas y aunque condenada a una asfixia de / lágrimas perforó por un instante el cerco de escudos y plástico / reforzado. Silbaron balas y el aire humoso se astilló en la dispersión. La furia / general se concentró, vaciada en las tensadas / cavidades de cada rostro. En la cabeza de la / nación hubo un leve crujido, como si allá / afuera hubiera sucedido algo todavía / desconocido. Las pantallas de la televisión dieron por apagada la escena. Había / otros temas que atender y desmentir el desorden: allí donde al amor sólo le quedaban falsas definiciones, pero también / sospechando cuántas mutaciones llegarían a depender de aquella batalla perdida en el recodo de una guerra interminable. Después, montado en un aullido de / sirenas, llegó el Estado perfecto en auxilio de los / muertos. jjjj La desaparición Con un par de convicciones y algunas blasfemias violaron la cerradura a tiros. Animales de caza nocturna lo sacaron de la cama. La presa no alcanzó a despedir su rostro ni poner a salvo su nervio principal. En la vejación, el mundo perdía su nombre y sospechó no más poemas después de eso. En nombre de un orden que despuebla la vida, lo condujeron en un coche cerrado como un ataúd hurtando la vergüenza al exterior. Entonces atravesaron la vasta oscuridad sin jueces de una ciudad en la que desapareció y en cuyos jardines había amado con un cuerpo visible tendido al sol. jjjj Crónica de la columna vertebral Para levantar las pirámides doscientos mil hombres, a lo largo de tres generaciones, cargaron y / arrastraron millones de toneladas de piedra. Dos imágenes de restos óseos revelan el costo de las obras: la columna vertebral de los obreros aparece curvada en dos secciones, muestra fisuras, bordes corroídos, luxaciones, agobio eterno. La de los faraones, sacerdotes y altos funcionarios, se ven erguidas y frescas como recién nacidas. Después de 4000 años, vértebra sobre vértebra, crujido a /crujido, el espinazo innumerable sigue cargando el peso del sueño y la podredumbre de los / señores.
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