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 lunes, 12 de noviembre de 2007  
Los cazadores de nazis persisten en su búsqueda del “doctor de la muerte”
Se trata del siniestro médico Aribert Heim. Los fiscales alemanes creen que está vivo

John O'Donnell

Francfort.— Para los pocos prisioneros sobrevivientes del campo de concentración de Mauthausen, un visitante dejó un recuerdo imborrable en el otoño boreal de 1941. Alto y atlético, Aribert Heim fue el doctor del campo sólo durante dos meses, y el joven de 27 años disfrutó de su estadía en la ciudad austríaca. En una ocasión eligió a un prisionero que pasaba por su oficina. Después de revisarle los dientes, el doctor lo persuadió para que participara de un experimento médico con la promesa de liberarlo. Heim mató al hombre con una inyección de veneno en el corazón, para luego cortarle la cabeza y usar su cráneo como pisapapeles.

   Las inyecciones al corazón, de petróleo, agua o veneno, eran uno de los experimentos favoritos de Heim, quien medía con un cronómetro cuánto tardaban los pacientes en morir. A veces, por aburrimiento, realizaba operaciones sin anestesia, sacándoles órganos a sus víctimas mientras estaban conscientes.

   Heim fue arrestado después de la Segunda Guerra Mundial, pero más tarde lo liberaron y luego de poco tiempo estaba ejerciendo como doctor nuevamente. Después se mudó a Baden Baden, una pequeña ciudad al oeste de Alemania.

   

Sin olvido. Sin embargo, los sobrevivientes de Mauthausen no se olvidaron del doctor del campo que se deleitaba viendo el temor a la muerte en los ojos de los pacientes. A la policía se le ordenó arrestar nuevamente a Heim. Una noche antes de que fueran por él, desapareció.

   Ahora los fiscales alemanes están nuevamente tras la pista de Heim. Piensan que sigue con vida porque su esposa y sus hijos aún no han reclamado el dinero que dejó en una cuenta de un banco de Berlín.

   

En Sudamérica. La suya es la última búsqueda de postguerra de criminales nazis. Los fiscales en Alemania y en el gobierno austríaco han colaborado para crear una recompensa de unos 418.000 dólares por datos que conduzcan a su captura. “Perseguiremos a Heim aunque nuestra búsqueda termine en una lápida”, dijo un investigador de la policía alemana, quien pidió no ser identificado.

   La pesquisa los llevó desde España a Sudamérica. En una de las visitas a una ciudad latinoamericana, los investigadores realizaron una verificación para dar con hombres alemanes de más de 90 años: aparecieron más de 300 nombres.

   Efraim Zuroff, quien ayudó a reiniciar la búsqueda de Heim, está siguiendo el trabajo de uno de los cazadores de nazis más conocidos del mundo, Simon Wiesenthal.

   Wiesenthal fue clave para ayudar a los agentes del servicio secreto israelí a llevar ante un tribunal al planificador del Holocausto Adolf Eichmann, para que luego fuera colgado. Eichmann había escapado a Argentina y se ocultó allí hasta que fue descubierto por los israelíes en 1960.

   

Trabas de la burocracia. Wiesenthal, un prisionero de Mauthausen, nunca se olvidó del fornido y joven doctor, pero murió antes de poder dar con él.

   “Se está haciendo un serio esfuerzo para dar con Heim, pero ése sin duda no es el caso en lo que respecta a otros”, dijo Zuroff desde Israel. “Pienso que la gente simplemente está cansada. Este es un tema que requiere seguimiento. No hay obstáculos políticos para las acciones judiciales en Alemania, pero ellos hacen las cosas de un modo tan burocrático”, agregó.

   

“Solución biológica”. Zuroff dice que muchos países están optando por la “solución biológica”. “En unos años esta gente se morirá, y con sus muertes el problema quedará solucionado. Si estos países sólo esperan que mueran, entonces se ahorrarán un enorme gasto y una atención indeseada, y así habrán resuelto el problema”, indicó.

   A fines de este año y antes de retirarse, Zuroff hará un recorrido final de los escondites de nazis, donde se cree que cientos de criminales de guerra están viviendo sus últimos años.

   Serge y Beate Klarsfeld, quienes pasaron décadas buscando a aquellos en la dirigencia francesa que organizaron las huidas de los jerarcas nazis, también se han retirado.

   Serge Klarsfeld todavía recuerda vivamente un hallazgo crucial en la búsqueda de evidencia contra Klaus Barbie, el llamado “carnicero de Lyon”, a quien habían seguido hasta Bolivia hace más de 30 años.

   “Dentro de muchas cajas llenas de documentos sin interés, descubrí el fax original que él había enviado desde Lyon a París para informarle a la Gestapo que había arrestado a 44 niños el 6 de abril de 1944”, dijo Klarsfeld desde París. “Todos ellos fueron asesinados”, añadió.

   “No es como en las novelas en las que a los criminales les gustan las mujeres y el alcohol. En absoluto. Estos tenían buenas vidas familiares, fácilmente podían virar de un lado al otro de sus vidas, como el doctor Jekyll y mister Hyde”, relató.

   

Casos cerrados. Pero para Klarsfeld, de 72 años, la búsqueda ha terminado. “La gente que estuvo en actividad durante la Segunda Guerra Mundial está desapareciendo. Y sus hijos también están desapareciendo”, sostuvo.

   “Siempre pensé que si todos esos criminales pudieran morir el mismo día, sería maravilloso. Cuando estaba tratando de dar con alguno siempre esperaba que no estuviesen con vida”, señaló.
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El investigador Efraim Zuroff muestra cómo se vería Heim hoy.


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