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 domingo, 16 de octubre de 2005  
Lo de Cambiaso

En el legendario hospedaje Cambiaso, de los hermanos Augusto y José -dos genoveses que yugaban de sol a sol en la cocina del restorán-, Agustín sorprendía con su célebre minestrón: una sopa crema con todas las verduras del Mercado, en la que la vieja cuchara hondísima de alpaca quedaba clavada; con los ravioles y tallarines caseros con pesto genovés, con la buseca, otro plato típico de Génova, hecho con mondongo, porotos y tutti cuanti, y con los zucchini rellenos.

"Ahí todo el mundo pedía el vino de la casa", se ufana Colombina, sobrina de Augusto, quien hacía su propio vino en un galpón que tenían en el fondo de su casa, en Lamadrid al 600, y lo llevaba en barriles de madera.

Los quinteros -especialmente los genoveses- llegaban a la madrugada a descargar la verdura, desayunaban en el Cambiaso y después del duro trabajo se quedaban a tomar un vermú con picada, a jugar a las cartas, a almorzar y se alojaban en las sencillas habitaciones del fondo, donde también había una cancha de bochas y el infaltable juego de sapo.

Allí se juntaban los changarines, entre los que se destacaban algunos personajes imperdibles como Patoruzú Lembo, Chapín Pagman -un pescador que tenía una casita en el río- y Quebracho, un urso que vivía descalzo, según cuenta Yolanda, la hija de uno de los dueños. "Otro personaje era Marañón, un correntino de bigotitos que gritaba como un loco cuando manejaba los carros hasta el corralón de Ituzaingó y Mitre, y los muchachos le tiraban de todo", se ríe Campilongo.

Enfrente del Cambiaso, pero en el mercado y también por Pasco, estaba el restorán Parodi Hermanos, que era más bacán y también pertenecía a genoveses.

Otro hospedaje de la época era el del Portugués, más conocido como La Piojera, que quedaba por Mitre, también frente al mercado, cerca de una canastería, otro comercio típico del mercado. Y el café más mentado del Abasto era El Luchador, en la misma cuadra, muy respetado por su bravo ambiente de billar, casín y tute cabrero, donde los atorrantes que jugaban por plata se mandaban maratones de fines de semana enteros sin dormir: meta taco, faso y apuestas fuertes.
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Genoveses. José y su tío Augusto (izq.) en su restorán y hospedaje de Pasco 1136.

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