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 miércoles, 24 de agosto de 2005  
Efemérides
Un 24 de agosto

Guillermo Zinni / La Capital

De 79 dC: El Vesubio destruye las ciudades de Pompeya y Herculano.
El 24 de agosto del año 79 dC una erupción del Vesubio, un volcán cercano a Nápoles, arrasó completamente varios pueblos situados en sus laderas y en los valles vecinos. Una lluvia de material incandescente y oleadas de lava destruyeron Pompeya, Herculano, Stabia y Oplontum, y en los pequeños caseríos aledaños los gases venenosos causaron la muerte de casi todos los pobladores de la región. Fue una de las mayores catástrofes naturales que registra la historia, aunque el número de víctimas nunca se pudo calcular con precisión. La memoria de esta desgracia quedó tan arraigada en los sentimientos italianos, que si bien con el tiempo se repobló la zona, nunca más nadie volvió a vivir en las dos ciudades más castigadas: Pompeya y Herculano. Sobre las ruinas de ambas pareció aposentarse un temible sortilegio, una maldición que rechazó la presencia humana durante siglos. En sus proximidades surgieron posteriormente pueblos que tienen iguales nombres, pero no están en los mismos lugares. Los habitantes de la región, respetuosos de aquella tragedia, temerosos de las leyendas que adjudicaban un aura siniestra a los muros enterrados, prefirieron dejar a los muertos en paz temiendo que cualquier intento de exhumar testimonios del drama implicara convocar nuevamente las furias del Vesubio, el que sigue en permanente actividad hasta nuestros días. Pompeya fue una ciudad fastuosa y uno de los centros más importantes del Imperio Romano. Residencia veraniega de los cortesanos, comerciantes y terratenientes de Roma que levantaban allí sus palacios y principescas mansiones en medio de un lujo que aún hoy causaría asombro, deslumbraba por su moderno trazado urbano, la profusión y calidad de sus obras de arte y, sobre todo, por sus servicios públicos. Tenía agua corriente, cloacas, teatros, negocios de todas clases, calles pavimentadas, tránsito reglamentado, piscinas con agua fría, tibia y caliente, estadios deportivos y hasta una casa en cuya fachada todavía puede leerse la palabra "Prostibulum". Para despejar toda duda sobre el significado del vocablo, las paredes interiores aparecen decoradas con pinturas pornográficas. El cataclismo fue tan inesperado que sorprendió a mucha gente corriendo por las calles y las formas de sus cuerpos luego pudieron ser rescatadas inyectando yeso líquido por entre las hendiduras de la lava solidificada (foto). Plinio el Joven escribió de ese día que "altísimas llamas lamían el cielo junto a una descomunal nube negra que oscureció el sol y los que no morían alcanzados por las rocas ardientes se ahogaban por respirar el tufo espeso que exhalaba la boca del volcán".

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