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 sábado, 30 de abril de 2005  
Cayó el cerebro del Robo del Siglo de 1992
Tropiezo del fugitivo más famoso
Héctor "Tito" Rima volvió a prisión en Mar del Plata. Y declaró en Rosario por un golpe frustrado en 1997

El escurridizo Héctor Tito Rima, célebre estafador y artífice del vaciamiento del Tesoro Regional del Banco Central en Rosario en 1992, cayó tras 12 años en las sombras. Tito abandonó su condición de prófugo hace dos semanas en Mar del Plata, donde lo detuvo la Policía Federal sin una explicación oficial conocida, hasta el momento, acerca de su captura. Entre las numerosas causas que se reactivaron con su detención, una descansaba en los estantes de los Tribunales Federales de Oroño al 900. La semana pasada el juez Carlos Vera Barros desempolvó un expediente del año 1997 por un intento de robo al mismo blanco. Y tuvo ante sus ojos al prodigio de los engaños, quien se abstuvo de declarar.

Ahora Tito está en Buenos Aires, donde lo reclamaban otros antecedentes penales. Hace dos semanas, tras 12 años escapando de la Justicia, la Federal lo apresó en Mar del Plata. Tenía varios pedidos de captura, en su mayoría por estafas y robos cometidos sin violencia, en distintos puntos del país.

El 20 de abril pasado el ideólogo del robo bancario más resonante en la provincia llegó a Rosario y fue indagado por el juez federal Vera Barros. Le imputaron tentativa de hurto y adulteración de moneda por un golpe frustrado al Tesoro Regional Rosario del Banco Central. Esto ocurrió en 1997, cuando ya habían pasado cinco años del fabuloso Robo del Siglo, en que la banda liderada por Rima se alzó con 30 millones de pesos, del mismo lugar, mediante un engaño.

Cuando en 1997 Rima volvió a atacar en el sitio tuvo un éxito relativo. Porque si bien su intento de defraudación en el tesoro del Banco Central fue abortado, Tito logró esfumarse y evitar ser apresado desde entonces. La maniobra consistía en cambiar paquetes de billetes que estaban por salir de circulación, en su mayoría adulterados, por dinero legítimo. "Ponían billetes buenos arriba y en el medio falsos", indicó una fuente del caso.

Pero el ardid se frustró por una serie de escuchas telefónicas. En noviembre de 2003 fueron condenados a tres años y medio de prisión un abogado, Aldo Ricardo Saita, y el ex titular de una empresa transportadora de caudales Carlos Arriola.


Pedido de prescripción
El monto de la operación se estimó en 20 millones. Tito estaba acusado de haber contado con el dinero apócrifo que reemplazaría al legal. Ahora que al fin fue indagado, el juez cuenta con diez días para resolver su situación procesal. No obstante, la causa podría prescribir si prospera un pedido de la defensa de Rima.

Según ese planteo, la causa estaría en condiciones de fenecer si la imputación que le formulan a Tito es la misma que a sus ex socios. Las causas prescriben cuando transcurre el máximo de la pena sin que se hayan producido avances en el proceso. Y en este caso, se trata de delitos que tienen como pena máxima cinco años de cárcel. Pero si a Tito le imputaran un delito más grave, como falsificación de moneda, el proceso seguiría adelante.

Cuando le tocó hablar ante el juez rosarino, Rima se limitó a negar su participación en aquel caso y luego rehusó contestar preguntas, según indicaron fuentes de la causa. El famoso estafador quedó vinculado en ese intento de robo por declaraciones de sus propios cómplices. De acuerdo con la investigación, Tito habría sido la cabeza de aquel golpe.

Habían estado preso por última vez en 1993 por el fabuloso Robo del Siglo. Lo habían detenido en la casa quinta de su mujer Eleonora Garbagnoli, en Esperanza. Pero gracias a otra exitosa estafa su estadía no se prolongó por más de seis meses. Es que para salir en libertad bajo caución y así esperar el juicio oral y público presentó avales de una propiedad hasta cubrir los 400 mil pesos de la fianza. Que resultaron ser apócrifos. El juicio realizado en 2002 tuvo el banquillo de Rima vacío.

No podía ser de otra manera para Tito, prolífico en estafas y defraudaciones. Ninguna como la del 23 de diciembre de 1992, cuando tres falsos inspectores del Banco Central lograron apoderarse de 30 millones de pesos en billetes de 500 mil australes, acomodados en 13 sacas. El dinero fue transportado en dos avionetas entre Fisherton y el aeropuerto bonaerense de San Fernando donde, según se dice, Tito aguardaba en un hangar para llevarse la plata.

"Rima me dijo que tenía todo arreglado con el Banco Central y con gente de Rosario", declaró uno de los tres falsos inspectores, el uruguayo Sergio Turza Nocetti, en el juicio por el cual se lo condenó en abril de 2002. Turza contó que cuando, ya en Fisherton, se descompuso el avión de Austral en el que debían llevarse las 13 sacas, "Tito sacó de la galera la idea de alquilar avionetas". Otro falso inspector condenado también a cuatro años fue el imprentero Gregorio Collia, quien planteó que Rima fue el ingeniero del golpe del 92 y él sólo participó en la falsificación de credenciales del Central.
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