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 domingo, 13 de febrero de 2005  
[Fotografía]
Cartier Bresson en una muestra
El Centro Cultural Borges, en Buenos Aires, presenta una retrospectiva del creador del fotoperiodismo

A seis meses de su fallecimiento, el Centro Cultural Borges, en la ciudad de Buenos Aires, inauguró esta semana una retrospectiva que reúne 155 fotografías de Henri Cartier Bresson, considerado uno de los grandes fotógrafos de la historia y creador además del fotoperiodismo.

"La fotografía es una sucesión de maravillosas coincidencias que hay que saber atrapar", señaló alguna vez el célebre maestro. Fiel a ese precepto, entre las imágenes que se exhibe en el espacio de Viamonte y San Martín está su famoso niño sonriente llevando botellas de vino en la calle Mouffetard de París (1958) y un idílico picnic de una familia francesa a orillas del río Marne, captado en 1938 mientras trabajaba en un film de Jean Renoir.

También figura la toma de un hombre saltando sobre un charco detrás de la Estación parisina de Saint-Lazare, en 1932, que representa una de las piezas de Cartier-Bresson que más impresionan al momento de resumir su concepto de la fotografía como acto de capturar el "instante decisivo".

Con su vieja Leica, Cartier Bresson recorrió el mundo tanto en la paz como en la guerra y en 1947 fue uno de los fundadores -con Robert Capa- de la más innovadora agencia fotográfica, Magnum, escuela y modelo para todos los foto-reporteros de la segunda mitad del siglo XX.Los grandes acontecimientos del mundo fueron captados por su lente: la liberación de París luego de la guerra, el ascenso de Mao al poder en China y las últimas horas de Ghandi antes de su asesinato, entre otros episodios fundamentales.

Cartier-Bresson fue testigo de los últimos seis meses del Kuomintang y de los primeros seis de la República Popular China y en 1954 fue el primer fotógrafo occidental cuyo ingreso a la Unión Soviética fue aceptado tras el restablecimiento de las relaciones internacionales.

"Me enseñaron la rebelión, algo que más que nunca está de actualidad en vista de la creciente diferencia entre norte y sur y la forma desvergonzada en la que el sur es explotado", señaló en una entrevista poco antes de morir, el 3 de agosto de 2004 a los 95 años.

El artista siempre concibió a su cámara como un "cuaderno de dibujo", algo que se revela en los negativos ampliados a cuerpo entero, en la utilización de objetivos accesibles -apenas un gran angular, el normal y un teleobjetivo corto-, en una cámara simple como la Leica y en su desprecio por las técnicas especiales de laboratorio.

La galería de retratos de personajes famosos parece contradictoria con el concepto de la fotografía que expuso el artista en 1952: "la vida captada en el instante decisivo, o la organización obsesiva de las formas vistas a través del rectángulo del objetivo con la experiencia vital del fotógrafo como su principal ingrediente".

Con su "teoría de los instantes decisivos", logró la famosa imagen del matrimonio Irene y Frederic Joliot-Curie (1944), tomada de manera repentina apenas le abrieron la puerta-, mientras que la del poeta Ezra Pound (1971) tardó más de una hora y media: el tiempo que ambos se miraron fijamente en medio de un silencio total.
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