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 domingo, 13 de febrero de 2005  
Se disipó la tensión en la cárcel donde hubo 1.700 amotinados
Córdoba: aún desconocen si hubo fugas
Es porque la documentación sobre cantidad de internos fue quemada. Se supo que dos de los presos muertos cayeron dentro del penal. Los otros tres perecieron al intentar huir. Los heridos en toda la revuelta fueron 63

Córdoba.- La situación en la cárcel San Martín de la ciudad de Córdoba, donde 1.700 presos protagonizaron el jueves el motín que dejó ocho muertos, estaba ayer controlada pese a alguna reyerta, mientras las autoridades iniciaron la reconstrucción de la documentación quemada durante la revuelta para confirmar que no hubo fugas.

El fiscal general de Córdoba, Gustavo Vidal Lascano, confirmó que ayer a la mañana "se produjeron un par de reyertas entre los internos pero eso no genera un nuevo motín ya que la situación está controlada".

Los internos "ya no tienen armas ni rehenes, por lo que no hay nuevo amotinamiento", aseguró. También dijo que las peleas no generaron heridos.

La preocupación de las autoridades estaba centrada en realizar una exhaustiva requisa, un control médico de los internos, una evaluación de los daños y, especialmente, un control de la población carcelaria para chequear que no haya habido alguna fuga.

Para ello, el fiscal Vidal Lascano explicó que hoy intentaban reconstruir los archivos quemados durante el motín, donde tenían registrados la lista completa de los internos, sus antecedentes y su comportamiento dentro de la cárcel.

Al ser consultado sobre las posibles fugas, Vidal Lascano explicó que "un conteo rápido" demuestra que "no hubo evasión", salvo el caso de los 16 reclusos que intentaron atropellar la guardia con un camión, en el inicio de la revuelta. De los fugitivos murieron tres y los otros 13 fueron capturados con vida, pero hasta ayer las autoridades policiales, penitenciarias o judiciales no se atrevían a asegurar con certeza que no escapó nadie, por falta de registros que lo certifiquen.

Aún así, la policía cordobesa y la Gendarmería Nacional aseguran que acordonaron el penal con suficiente velocidad como para que no haya habido evasiones y aducen que el intento de fuga con el camión certifica que la salida solo podía ser "desesperada".

Otro inconveniente de la pérdida de los documentos quemados es la situación de los presos que estaban en condiciones de ser liberados en estos días. El capellán Hugo Olivos, quien fue el negociador clave para la resolución del conflicto, presentó dos casos de internos afectados por la quema de documentación, debido a que su liberación ya estaba decidida pero no pudieron dejar el penal debido a que los papeles que lo certificaban, se quemaron.

El viernes a la noche los fiscales y guardiacárceles recibieron de parte de los internos las armas que utilizaron los amotinados, tomadas de los guardianes que fueron sus rehenes, aunque aún así realizaron una profunda requisa por temor a que alguna haya sido escondida.

Olivos contó que en su recorrida que demandó casi 12 horas, fue pabellón por pabellón y pidió que entreguen las armas a otros internos para "liberar" cada compartimiento de la cárcel, durante la extensa negociación que realizó.

De las mantas surgieron montículos de ametralladoras, escopetas y pistolas, entre las que no faltaron facas o cuchillos precarios hechos con metales por los internos, que fueron usados en el motín, pero también para defenderse en peleas internas.

En tanto, el fiscal Vidal Lascano confirmó que de los cinco presos muertos durante el motín, tres fallecieron en el intento de fuga reprimido por la policía y dos fueron baleados dentro del penal y ahora se investigará si fueron asesinados en un ajuste de cuentas entre internos o por las fuerzas de seguridad.

El sangriento motín se inició el jueves pasado a las 16 cuando dos grupos antagónicos de reclusos protagonizaron una pelea, desarmaron y tomaron como rehenes a los guardiacárceles que fueron a reprimirlos y la reyerta se generalizó en el sector de las visitas, que también fueron tomadas cautivas.

Pero tras la pelea y la toma de rehenes, los internos se apropiaron de las armas, quemaron los archivos y un grupo, aunque muy pequeño, intentó escapar y produjo el mayor derramamiento de sangre del motín en un enfrentamiento con la policía.

Los muertos fueron ocho: el policía Roberto Cogote, los guardiacárceles Andrés Abregú y Pablo Ferreyra y los presos Walter Romero, Juan Gabriel Rivarola, Miguel Angel Acuña, Víctor Alejandro Bazán y David Roberto Alvarez.

Tras 24 horas de negociaciones y luego de que el gobernador Juan Manuel de la Sota descartara la posibilidad de conmutar penas -como pedía el grupo más radical, los condenados a reclusión perpetua- , y que las autoridades se comprometieran a mantener un régimen de visitas más flexible, los presos depusieron su actitud y se pudo recuperar el penal.

Los heridos durante toda la revuelta se contaban hoy en 63, pero muchos se lastimaron de sólo intentar vencer las puertas de rejas o por perdigones de bala de goma, pese a lo cual todos fueron revisados por los médicos y algunos hospitalizados.

En tanto, los vecinos del barrio San Martín, comenzaron a recuperar la calma, con menos efectivos en sus calles, aunque aún merodeaban algunos familiares de los detenidos, a los que acusaron de cometer robos y asaltos.
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El sepelio del guardiacárcel Pablo Ferreyra, ayer en Córdoba.

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